Es gratificante sentirse parte de un barrio y mantener relaciones cordiales con tus vecinos, pero las reglas de buena convivencia se fueron al carajo y -por otra parte- no queda casi nada de aquellos años donde los chicos podían jugar en la calle a cualquier hora, donde había verdaderas "amas de casa" y no mujeres polifuncionales que no se hacen cargo del cuidado de sus hijos y contratan niñeras. En estos tiempos de fervorosa militancia feminista, sigo sosteniendo que esas mujeres, esas amas de casa a las cuales me refiero, no se sentían subestimadas ni disminuidas en su condición de tales, sino que se encargaban con dignidad y orgullo del cuidado y sostén del hogar mientras el marido trabajaba.
Con el paso del tiempo, los nuevos paradigmas hicieron que
en muchos hogares ambos cónyuges deban trabajar para poder mantener a la
familia, o bien lo hacen porque cada uno desea manejar su propio dinero, pero
hoy las costumbres se han vuelto demasiado heterodoxas. La mujer consiguió
importantes conquistas sociales en el último siglo, no obstante lo cual muchas
de ellas no asumen el rol de madre y esposa y creen que formar una pareja es
una empresa o una sociedad anónima. Del mismo modo, hay padres abandónicos, que
no reconocen la paternidad de sus hijos, que no cumplen con la cuota
alimentaria. Qué equivocados que estamos, digo esto sin ser moralista ni puritano,
pero – ante todo- cuánto nos falta aún para comprender que la educación de nuestros
hijos comienza por casa, como sostiene el ex presidente uruguayo “Pepe” Mujica.
Disco recomendado del día: Bob Dylan, "Tempest"
(Sony Music, 2012)