Viernes por la noche en la ciudad. No he escrito demasiado en los últimos días, básicamente porque no hubo un hecho o un "disparador" que me movilizara a hacerlo, y además estuve abocado a otras cuestiones prioritarias. Retomé el gimnasio, y la verdad es que, más allá de si logro verme mejor o no a futuro, siento que me hizo bien haber vuelto a las pistas.
Este año se cumplen 25 años desde que egresé de la Secundaria (lo que se conoce como "Bodas de Plata"), y el Colegio nos envió a mí y a todos mis ex compañeros una invitación para el acto protocolar. Va a ser a fines de noviembre y todavía no decidí si iré, lo voy a resolver sobre la fecha. Tiempo atrás, un amigo me había dicho: "No sé para que nos convocan, ¿para que los pendejos vean lo destruidos que estamos?". Es una frase que tiene bastante tiempo, en una breve conversación donde fantaseábamos acerca de lo que inevitablemente iba a llegar (si vivíamos para contarlo, claro). Y nos cagamos de risa por eso en su momento, no le dedicamos mayor relevancia más allá de un comentario casual. Inclusive, ni siquiera recuerdo cómo fue que surgió el tema y empezamos a hablar de eso, hace por lo menos 10 años.
Bueno, en parte es así. Como dice la canción, nosotros somos los jóvenes de ayer. Si voy a una reunión de ex alumnos, sé que me voy a encontrar con ese tipo de cosas, las mismas anécdotas relatadas una y otra vez, que muchas veces distan bastante de cómo fueron realmente los hechos. El recuerdo de aquellos profesores que no soportábamos o que nos causaban gracia. Gente que no ves hace 25 años y que te pregunta que estás haciendo, cómo va el laburo, o a qué te dedicás. Y es natural que te pregunten algo parecido, porque perdiste contacto con ellos y pueden tener interés en saber qué fue de tu vida, aunque más no sea para conversar un rato y llenar un "bache" cuando el espíritu de la tan mentada reunión va languideciendo.
En principio, nos invitaron a una Misa. La realidad es que no voy casi nunca a Misa, excepto que sea por laburo, porque se cumple el aniversario de un amigo fallecido, o porque se casó alguien conocido. No tendría problemas en participar una celebración religiosa que a lo sumo dura 40 minutos, no me fastidia. Supongo que, por tratarse de un colegio católico, es normal que lo hagan. Por lo demás, trataré de pasarlo lo mejor posible, y de no darle demasiadas vueltas al asunto. Voy a actuar como en aquella película de Jim Carrey, que le dice "sí a todo".
Si el ambiente se vuelve muy soporífero, siempre hay oportunidad para fugarse discretamente. Lo que pasa, es que yo ya mantengo contacto con aquellos compañeros de la Secu que son o fueron mis amigos y por quienes tengo estima. Si estuviera totalmente ajeno a la vida de todos, sería diferente. Pero ojo, a veces sale bien: En 2016, hicimos una juntada en una quinta con los egresados de la Primaria, y la pasamos de 10. Quedé muy satisfecho en aquel reencuentro, precisamente, porque creo que todos evitamos caer en la nostalgia excesiva y nos concentramos ponernos al día con nuestras vidas. Por lo cual, depende mucho del enfoque que tengan estos eventos con aire vintage. Nos estamos viendo pronto. Punto final.
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