3 de diciembre de 2022

Fútbol de hace 44 años

 A veces no nos damos cuenta de todo lo que podemos conseguir, inclusive sin que demande un esfuerzo superlativo. No soy muy futbolero, pero cualquier deporte colectivo demuestra claramente que si hay una coordinación que puede llevar a buenos resultados. Por supuesto, siempre se gana o se pierde, pero durante mucho tiempo nos contentábamos con haber perdido "jugando bien", una forma de pensar que se le atribuye a Menotti pero que no es tan así. De hecho, el Mundial '78 fue horrible pese a que Argentina salió Campeón, y digo esto dejando de lado el contexto histórico de ese momento. Los goles de Kempes eran muy malos, pero jugaba de delantero y cumplía con el objetivo de empujar la pelota al arco rival. No había un gran lucimiento, no era Batistuta. Creo que -hoy por hoy- nadie soportaría ver un partido completo de la Copa del Mundo de hace 44 años. Pero quiero remarcar esto: Sería una canallada culpar tanto al plantel como a los argentinos de buena fe que festejaron la Copa de 1978, por lo que estaba sucediendo en materia de violación de los Derechos Humanos.

Vos mirás un partido cualquiera de ese Mundial, y da la sensación de que jugaran en cámara lenta, un evento deportivo fue transmitido en medio de la transición entre el blanco y negro y el color. Había pocos hogares con televisor a color, creo que dos años más tarde, recién todos los programas de los canales existentes en los '70 salieron en colores. Por otra parte, había que adoptar una norma, un estándar internacional (PAL-N o NTCS), y la Argentina decidió el primero de ellos que era el más difundido en Europa, no así en EE. UU, y algunos países vecinos. Conclusión: En los tiempos de la "plata dulce", viajar a Uruguayana o a otro punto de Brasil a comprar un aparato de esos podía terminar en un chasco, porque era un objeto completamente inútil, diseñado bajo otra norma. 

Aquel Mundial fue infame, reitero, por el contexto que estábamos viviendo los argentinos, pero los jugadores no tuvieron nada que ver con eso, se limitaron a ir ganando los partidos y salir campeones. Siempre persistirán las dudas sobre aquella goleada a Perú, pero todo ello se puso en tela de juicio mucho después. En su momento, nadie abrió la boca, quizás porque no era aconsejable hacerlo. Comparar a ese torneo con los JJ. OO. de Berlín de 1936, es un despropósito. La Alemania nazi de Hitler y la siniestra teoría de la supremacía racial nada tienen que ver con la "guerra sucia" que la dictadura argentina perpetró en los '70. Las comparaciones, se sabe, tienden a ser odiosas, y esta no es la excepción. En 1978 no había mucho marketing para sacar provecho de un Mundial en términos comerciales. Sí sabemos que hubo un despilfarro total para la construcción de nuevos estadios y la ampliación de otros. Para quienes aún creen que los militares eran honestos y austeros, bien vale la  pena mencionarlo: 400 millones de dólares se esfumaron, una cifra que aún hoy resulta sideral. 

Hace unos días estaba leyendo una nota sobre el estadio mundialista de Mar del Plata, sumido en el abandono, y nadie se hace cargo de su mantenimiento: Ni la provincia, ni el Municipio de General Pueyrredón. Bueno, hasta Queen brindó un magnífico show en ese estadio que hoy es un elefante blanco, y que ocasionalmente se usaba para los torneos de verano. Cuando esos torneos se trasladaron a otras provincias, como Mendoza, ya nadie se preocupó en darle sustento a la mole marplatense del '78. 

Por otra parte, no podemos dejar de mencionar una conquista inobjetable del equipo del Flaco Menotti, que ocurrió al año siguiente, en 1979, en el Mundial Juvenil de Japón, con Maradona y Ramón Díaz como pilares clave de aquel equipo demoledor. 

Cuesta separar lo deportivo de lo político, o de los negocios espurios, porque más allá de que eso haya existido, los partidos se definen por los goles convertidos. Una vez tuve la oportunidad de conversar con Pablo Llonto, un periodista que investigó bastante sobre lo ocurrido en 1978, y una de las cosas que desmintió fue que Johan Cryuff (el crack holandés), desertara de participar por cuestiones políticas o por su desacuerdo por la dictadura. No lo hizo, simplemente porque se había comprometido a clasificar al equipo para el Mundial y prefería dedicarle más tiempo a su familia. Seguramente estaba enterado de lo otro, pero no fue el motivo excluyente, la verdad sea dicha. Por otra parte, como dije al comienzo, si una persona gritó o festejó un gol de aquel Mundial, calificarla de colaboracionista de la dictadura me parece un grave error, porque en el común de los casos se desconocía lo que estaba pasando, y sea como fuere nadie puede censurar al otro por considerarlo partícipe de un logro que se consumó en el campo de juego. Nos estaremos viendo pronto. Punto final. 

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