Por primera vez
desde que comenzó el año, tuvimos una lluvia abundante en Lobos: 80 milímetros que trajeron alivio y un descenso de las temperaturas. La verdad es que no viene
nada mal en medio de la sequía que estábamos atravesando, la cual puede
continuar más allá de este paréntesis transitorio.
No sé qué les
sucederá a ustedes, pero a mí estos días me incitan a reflexionar sobre la
realidad cotidiana. Una realidad que a veces nos es esquiva, pero que es la
única que existe desde nuestro punto de vista. Por supuesto que habrá otros que
ejercerán una valoración distinta basados en su percepción de los hechos. Mi
mirada tiene que ver con lo que me toca vivenciar, y en base a ello voy
construyendo el día a día. Por ese motivo es que cada uno hará su propia
lectura de lo que decida rescatar.
Estoy intentando
mejorar mi calidad de vida: Fumo menos, como más sano, trato de mantenerme
ocupado con hábitos que me hagan bien. Aunque para los ojos de los demás yo sea
el mismo de siempre, hay algunos chips que se van despertando de la modorra. No
me interesa cómo me vean los otros, lo verdaderamente relevante es la
percepción que yo mismo tengo de mi persona.
Estoy tratando de
definir mis prioridades, de ampliar la mirada, porque es la única forma de no
quedarse con lo meramente coyuntural y salir del estancamiento. Por otra parte,
no podemos minimizar que en la vida pueblerina hay muchos hechos que pasan
desapercibidos, muchas personas que no tienen un micrófono para denunciar las
injusticias y atropellos que viven a diario, porque nunca ningún medio se
preocupó por ellos. Quizás sea porque no “miden” en términos de rating, o
porque a algunos no les conviene dar a conocer esa verdad silenciada. El
problema que tiene Lobos es que todos se quejan de la inseguridad, de los cortes
de luz, del tránsito, o de lo que fuere, pero cuando se convoca a una
manifestación, son pocos los que concurren. Nadie quiere dar la cara, como si
fuera un delito protestar. El hecho de manifestarse públicamente es una forma
visible de darle volumen a esa carencia o falencia que se pretenda hacer
visible. Si van los concejales, habrá gente que dirá que se politizó la marcha.
Si no van, se quejan porque ningún legislador se hizo eco. A veces algunos son
como la gata flora… Pienso que no está mal que los ediles vayan, porque no
dejan de ser vecinos, y además pueden canalizar la inquietud de los
peticionantes en el ámbito que corresponde. Hay ordenanzas obsoletas que nunca
fueron derogadas, por lo cual teóricamente siguen en vigencia aunque nadie les da bola,
porque no hay una autoridad que ejerza de contralor. A mí las protestas
populares me motivan a reflexionar, no tengo precisión de qué lectura harán
nuestros representantes, si realmente lo entenderán así.
Siempre me ha interesado cubrir las manifestaciones o protestas populares, porque es la calle la que habla, es el grito de buena parte del pueblo, y eso no se puede soslayar. Más allá de las formas en que se puede ejercer un reclamo, es válido en la medida que se realice pacíficamente y que el objeto del mismo tenga que ver con una causa justa. Determinarlo es muy subjetivo, pero está el pedido de Justicia que subyace como una necesidad pendiente que no cuaja en el status quo predominante. La justicia debe llegar a todos. Más allá de su condición social, todos defendemos el derecho a luchar por lo que consideramos que es un reclamo genuino. Y la seguridad (o la falta de ella) encabeza el Top Ten. Hay gente que se expone a riesgos innecesarios al circular en moto sin casco o a alta velocidad, y a su vez pone en riesgo la vida de los demás. No hay en el Municipio un alcoholímetro para medir la concentración de alcohol en sangre, y entonces los operativos de tránsito quedan incompletos porque no se puede determinar si una persona bebió o no. Y como eso, hay varios casos más. Si hay vecinos que se movilizan en una marcha, se supone que es porque han agotado las instancias previas y no han obtenido una respuesta favorable.
Ante la
inacción de las autoridades, deciden hacen público esas problemáticas que son
propias de cada barrio. Pero necesitan del acompañamiento no sólo de los medios
de prensa, sino del resto de los lobenses, aunque no se sientan particularmente
afectados. Ojalá pudiéramos entender esto y comprender que la participación
ciudadana va más allá de meter una boleta en una urna cada dos años. Si no
tenemos un espíritu amplio, vamos a estar revolcándonos en el mismo barro, y
eso sí que es decepcionante porque habla de un escaso compromiso en la vida
comunitaria. Una comunidad que tiene reglas de convivencia, o que debería
tenerla para que no sea un “vale todo”. Es probable que cuando yo era más
joven, hace 2º o 30 años, pensara distinto. Pero hoy tengo la capacidad de
entender que sin el respeto hacia cada uno de nuestros semejantes no vamos a
ningún lado. Y es verdad que la educación no pasa solamente por la escuela. En
la escuela se imparten conocimientos, pero el rol de la familia o de los
adultos a cargo aparece muy desdibujado si nadie sabe poner límites. Nos
estamos viendo pronto, porque es un tema que da para largo. Punto final.
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