18 de noviembre de 2007

¿Alguien valora el trabajo de los demás?


Hoy decidí emprender la actualización del blog, tras varios días de ausencia sin previo aviso. No esperen un brote de creatividad, es domingo y podría argumentar a mi favor que se trata de un día en el cual nos sumimos en la depresión y la melancolía. El fin de semana pasado, a sabiendas de que la experiencia no resultaría muy provechosa, fui a una de las autodenominadas "Fiestas retro" o "Fiestas de los '80". Las primeras, al menos, se daban a conocer de esa manera. Ahora te la venden publicitariamente con un criterio más amplio, algo así como "Fiesta de los '70, '80, '90 y música de hoy". Me parece una estafa, y de hecho me sentí estafado cuando fui, porque si yo pago la entrada ($ 15) es con la idea que escuchar la música de las décadas antes mencionadas, de lo contrario voy a La Porteña, que me queda más cerca, y problema resuelto. Se que me estoy delirando un poco con lo que digo, pero vos tenés que respetar al cliente, sea un tipo de 35 o 40 años, no le podés pasar "Bombón asesino" a las 3 de la mañana y meter media hora de música de los '80, casi de compromiso, en el pre-dancing. No es serio. Sino termina siendo como una fiesta de casamiento o un cumpleaños de 15. Tiene que haber un criterio en la selección de la música, una línea, un estilo, no sé bien de qué forma definirlo, pero uno se da cuenta cuando el DJ sintoniza tu misma onda y cuando está en cualquiera. No quiero abundar en mayores detalles, porque lo que estoy diciendo no le cambia la vida a nadie y hasta puede resultar un comentario frívolo, pero dejémonos de joder un poco y seamos coherentes, si vos, Sr. organizador de la fiesta, estás anunciando música de los '80, no pases media hora de temas que podemos escuchar en cualquier FM de cuarta. Estimado musicalizador anónimo: jerarquizá tu laburo, esmerate, buscá, indagá, hacele sentir al cliente que esta es "la" noche. Pero bueno, a veces uno termina cediendo a la mediocridad y diciendo "es lo que hay", porque efectivamente parece ser el común denominador. Todo da lo mismo, todo da igual, un laburo prolijo y coherente para muchos tiene el mismo valor que una truchada armada con dos mangos, y no es así. Y esto ya no lo digo por las nunca bien ponderadas "fiestas retro", lo hago extensivo a cualquier trabajo en general. Podría seguir con mi diatriba por largo rato, pero me voy a apiadar de los lectores y voy a apretar la tecla de "stop". Otro día la seguimos, ¿sí?

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