10 de enero de 2008

No me hablen más del calor!

¿Existe alguien en esta parte del Hemisferio Sur que no haga un comentario acerca del calor? Los medios (sobre todo los audiovisuales) exarcerban en la gente la sensación de que la Argentina es un volcán en erupción. Señores, estamos en verano, ¿qué pretenden? ¿O acaso los argentinos no se jactan (sin ningún basamento científico) de tener todos los climas en un mismo territorio? Resulta imposible iniciar una conversación trivial con alguien sin que el interlocutor haga un comentario acerca de la temperatura, y cuándo bajará, y que el Servicio Meteorológico anuncia que va a a seguir así hasta el fin de semana, y que ojalá que llueva así refresca un poco, etcétera.
¿Alguien se acuerda de la ola de calor de 1989 (últimas imágenes del naufragio de Alfonsín)? ¡Esos eran calores! Y la terrible sequía que precedió a aquel verano, la centrales hidroeléctricas sin agua, la programación de TV que comenzaba a las 12 del mediodía, y ni hablar en aquel tiempo de contar con un equipo de aire acondicionado, que estaban a precios prohibitivos porque la inflación carcomía tus ahorros con una voracidad sin límites, y así podría seguir enumerando tantas situaciones que nos tocó atravesar en el verano más caluroso que me viene a la mente y que la "memoria selectiva" de algunos argentinos se resiste a recordar.

Este breve post no pretende ser una crítica al gobierno del Dr. Alfonsín, a quien respeto más allá de los disensos porque le tocó gobernar en circunstancias muy difíciles y con el desgaste que implica los 14 paros generales perpetrados por los "muchachos" de la CGT que ahora (Oh, sorpresa!) decidieron meter violín -o bombo- en bolsa y dedicarse a frecuentar los despachos oficiales.

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