9 de noviembre de 2008

Hablando de bueyes perdidos (parte 2)

Domingo por la tarde. Treinta grados a la sombra, me dirijo a la Plaza 1810 por ser un espacio público cercano a mi domicilio en el cual se puede fumar y ver disfrutar el gratuito pasatiempo de ver la gente pasar y hacer una suerte de ejercicio observacional. Me pongo a conversar con el placero de turno. Un hombre digno, simpático, que se acerca con una sonrisa hacia el banco donde me encuentro sentado para cambiar unas palabras conmigo. Un momento grato, sin dudas, un encuentro efímero entre dos generaciones que crecieron en contextos completamente distintos pero que mantienen los valores que nos hacen suponer por un momento que la sociedad no está totalmente desquiciada. 

Ese hombre, con su sencillez y su modestia, sin condicionamiento alguno, se acercó a conversar conmigo, y a hablar sobre bueyes perdidos. Qué bueno es encontrar un momento de distensión cuando uno menos lo espera, darnos cuenta de que no estamos tan solos, de que esa persona entrada en años padece los mismos problemas y encuentra el mismo placer en las cosas que quien esto escribe, a pesar de que nos separan más de 30 años de brecha generacional. El diálogo fluye naturalmente, y el anónimo placero escucha, y devuelve lo que uno dice con un comentario certero y que ostenta la experiencia que le ha dado la vida. Ojalá haya más personas que puedan conectarse más allá de la brecha generacional y descubrir que detrás de toda una historia de vida personal existen episodios que nos marcan, y que nos impulsan a actuar de otra manera. Yo no tengo dificultades para relacionarme con personas mayores, aunque debo reconocer que cuando se dejan invadir por la nostalgia se vuelven un poco intolerables. Quizás suceda porque están transitando la última etapa de sus vidas y les aflige ver un presente que va en contra al esfuerzo que ellos pusieron para salir adelante. Punto final. 

Siempre hay una buena excusa

  Cuando pasan varios años sin que te encuentres con alguien y esa persona aparece súbitamente en escena, pueden suceder dos cosas: O que te...