6 de noviembre de 2008

Basta de renegar de todo!

Hay gente que pareciera buscar afanosamente motivos para quejarse. Para empezar, todos padecemos el calor en verano y el frío en invierno, y eso ha sido así desde hace millones de años. Recordemos que existe una teoría según la cual los dinosaurios se extinguieron por un abrupto cambio climático que impidió su supervivencia. Ahora bien, en 2008, cuando lo único que queda de los dinosaurios son sus huesos en los museos, ¿De qué nos asombramos? ¿Cuál es el motivo genuino de la queja constante, de la disconformidad permanente ante cualquier situación que se presente y que vaya en contra de nuestros deseos? Conforme avance el verano, empezarán a escasear las noticias, y los medios se aferrarán a un crimen que reúna suficiente morbo (si es pasional, mejor, y si incluye sexo, mejor aún) al estilo del de Nora Dalmasso, para castigarnos en los noticieros sin piedad. No se sorprendan si también aparecen pedidos de extradición insólitos, como el de la viuda de Perón, o si la guerra de las vedettes en la temporada estival domina la pantalla. A mí en particular el verano me resulta indiferente, es decir, trato de pasarla lo mejor posible en mi casa a sabiendas que no puedo irme de vacaciones. Hoy, por ejemplo, es jueves, pero estuve la mitad del día convencido de que era viernes. Pero para no provocar el natural fastidio en los lectores, no quiero volver al remanido tema de los días de la semana. Nota mental: Hoy es un momento ideal para escuchar un buen tema de Bruce Springsteen o algo más melódico onda Sergio Dalme  mientras tomás un vaso de Cinzano con soda y abundante hielo.

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