Un martes a full. Me siento con energía, con pilas, a diferencia de ayer, cuando era una piltrafa humana. Tampoco supongan que me he convertido en un gran emprendedor, simplemente logré armarme de paciencia de realizar varios trámites y gestiones que tenía pendientes y que las venía postergando con los más endebles argumentos. Soporté estoicamente a las personas "no gratas" (que siempre las hay) y traté de que el día me resultara lo más llevadero posible. Parece sencillo expresado de este modo, pero no lo es, al menos para mí. No me considero una persona conflictiva, pero no me gusta que me tomen por boludo, como creo que a nadie le agradaría. Este blog ha ido mutando, quizás sin que me lo haya propuesto, se ha puesto más personal y no estoy haciendo tanta mención a cuestiones inherentes a Lobos como ciudad. Vamos a reconocerlo. Pero soy un lobense que vive aquí desde que nació y a veces trato de evadirme de la estricta actualidad para no saturar a los lectores con noticias de índole bizarro, o aquellas que se repiten cada cinco minutos por TN o Crónica TV. Ojo, no se trata de un escapismo o de hablar de frivolidades todo el tiempo, ni de indignarse por hechos que de ninguna manera voy a poder resolver (porque los que deberían resolverlos ni siquiera están sentados para sesionar en el Congreso).
Hace mucho que no escucho un programa completo de radio, muchas veces cuando estoy cocinando o tomando mate enciendo el aparato para romper con el silencio imperante a determinada hora del día, pero sin ningún interés por lo que digan los conductores. El rumor de la radio siempre ha sido una compañía.
No sé bien a qué atribuirlo, pero me gusta hurgar por el dial de la AM, encontrar otras cosas que no sean pastores brasileños. Otra de las cosas que he dejado de hacer es escuchar un CD en su totalidad (siempre manteniendo una excepción para los grandes del rock), a menos que tenga una duración relativamente breve (40 minutos). Prefiero ir salteando de uno a otro, para ello también es muy útil el pendrive. En fin, quizá por eso nunca entendí a esas personas que sienten una especie de obligación por leer una novela de principio a fin aún cuando ya leyendo el primer capítulo te das cuenta de que el libro es un pérdida de tiempo. Sin embargo, a menudo no está mal darles una segunda oportunidad y no descartar de inmediato un texto que puede ser prometedor, por la forma en que el autor lo concibió. Punto final.
Blog de Lobos, ARG, desde hace 18 años en la Web.
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