25 de abril de 2010

Mejor no pensar en lo que vendrá

Un nuevo domingo se cierne sobre la ciudad. En esta ocasión, me encuentro de mejor semblante que una semana atrás, aunque tengo una tos y un catarro que me limitan seriamente. El invierno llegó anticipadamente y sin previo aviso, y los bruscos cambios de temperatura siempre terminan pasando factura. Trato de no pensar en mañana, en el lunes, en la rutina, en la vorágine, en levantarse temprano... ¡en fin, en tantas cosas! Sinceramente no pude aprovechar demasiado mis ratos libres, llega el viernes y uno se imagina un fin de semana distendido y visitando amigos, pero por distintos motivos no se dio de esa manera. Ya habrá oportunidad, desde luego, de planificar un poco más las cosas para hacer que ese tiempo libre rinda un poco más.
Los días de frío me dan gaans de quedarme en casa, acurrucado en la cama, debajo de una capa de frazadas, y escuchando la radio bajito. Pero como ustedes saben, los domingos la radio no tiene mucho para ofrecer que no sea fútbol.

Estoy un poco cansado de todo esta cuestión del "Bicentenario". No me molesta celebrarlo, pero creo que no estamos en las mejores condiciones como para sentirnos tan felices por el tiempo transcurrido. En 1910 la sociedad era más desigual y la Argentina tenía la mirada puesta en Europa, que tenía una influencia muy fuerte en nuestros usos y costumbres. Hace cien años, sin embargo, éramos un país próspero y que daba señales de crecimiento. Hoy, nos encontramos en una burbuja, somos testigos de la "guerra" entre el Gobierno y el Grupo Clarín, escuchamos con demasiada frecuencia la palabra "destituyente", y la inseguridad se disputa las primeras planas de los diarios a la par de la inflación. Yo creí que llegaríamos al Bicentenario de otra manera, pero parece que somos rehenes de una realidad que nos cuesta interpretar y dimensionar. El 25 de Mayo no cambiará nada el destino del país, a menos que seamos tan ingenuos para pensar que en un mes se van a resolver problemas que nos afectan desde hace décadas. A medida que vamos creciendo, vamos dejando a las utopías por el camino y nos aferramos a lo poco o mucho que tenemos, porque nos damos cuenta de que es lo único que hay. Y así vivimos, cada uno buscando sobrevivir, algunos ya casados y con una familia; otros viviendo con sus padres porque no disponen de los recursos para alquilar una casa. Hay hechos que nos parecen tan inverosímiles que optamos por ignorarlos, como enterarnos de que el Estado va a destinar 1.000 millones de pesos en "Fútbol para Todos" y en un sistema de TV pública satelital. Si nos mostráramos vulnerables ante todo lo que ocurre a nuestro alrededor, no podríamos vivir. Y no se trata de ser ignorantes, sino de filtrar la información y tomar aquello que nos sirve, las cosas sobre las cuales tenemos cierto control y que podemos cambiar de algún modo. Quizás por eso, prefiero no pensar en 2011, porque tengo la convicción de que vamos a ser testigos de una de las campañas más sucias y desvergonzadas de la políticas argentina.

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