Cada nuevo día del mes trae consigo acontecimientos, conferencias de prensa, actos alusivos a fechas patrias, y eventos culturales. Quienes ejercemos el periodismo muchas veces no podemos estar en todos lados, porque somos seres humanos como cualquiera y tenemos nuestra disponibilidad horaria. Además, todavía las instituciones no se han puesto de acuerdo para evitar superponer actividades. De manera que tampoco se puede estar en dos lugares a la vez.
Creo que en este contexto resulta necesario determinar qué hechos son de interés público y cuáles merecen ser difundidos. Uno es forzosamente subjetivo al momento de decidir qué importancia (o qué espacio) le brindará a una determinada noticia, y me parece totalmente lógico. Los grandes medios nacionales dedican un espacio ínfimo a lo que sucede en el Interior del país (excepto desastres naturales o escándalos de corrupción) y hacen foco en lo que sucede en la Casa Rosada o en el Congreso. La diferencia es que esos medios sí cuentan con enviados especiales en cada una de las provincias, y en consecuencia, podrían hacer una cobertura más amplia de los sucesos inherentes a los distintos distritos.
A menudo, la gente exige demasiado compromiso a la prensa, suponiendo erróneamente que los periodistas tenemos un lugar privilegiado, que vamos a inmolarnos y a estar dispuestos a todo para que el público lector pueda disponer rápidamente de la información. Cuando en realidad todos tenemos una familia que cuidar, compromisos personales ineludibles y la necesidad de resguardar un espacio para nuestra vida privada.
También, equivocadamente, se sostiene que los periodistas somos "formadores de opinión", como si la opinión pública fuera un trozo de plastilina que se puede moldear a su antojo. Ese modo de pensar no hace más que subestimar a los lectores o televidentes, creyendo que no tienen la capacidad de formarse un pensamiento propio sobre determinados acontecimientos en virtud de un sistema de creencias preexistente.
Así las cosas, se ponen demasiadas expectativas en el periodismo, y no se repara en el compromiso personal que cada uno debe asumir cuando tiene que ir a votar, por ejemplo. Siempre me pareció que detrás de esas demandas desmedidas a quienes trabajamos en un medio de prensa se esconde una incapacidad para tener un pensamiento crítico. Por supuesto, no todos los lectores son así. Hay quienes son conscientes de que nadie, por más que escriba una columna brillante o presente un informe revelador, les resolverá la vida, y que el resto de las responsabilidad corre por cuenta de ellos. Hablar de periodismo siendo periodista es, quizás, "mirarse en ombligo", pero yo considero que es necesario no caer en esta suerte de "batalla cultural" mal entendida que propone el Gobierno enfrentando a periodistas aduladores y opositores. El sol sale para todos y la gente no es estúpida. Punto final.
Blog de Lobos, ARG, desde hace 18 años en la Web.
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