Jueves por la noche. Poco para ver en televisión, que no sean rostros sospechosamente rejuvenecidos por las cirugías estéticas y el botox. En la TV actual, abundan las sonrisas, los comentarios más crueles y carentes de sutileza, y el morbo elevado a la máxima potencia. Todo esto, claro está, no apareció de un día para el otro, pero uno vive el día a día rara vez se pone a reflexionar en lo bajo que hemos caído. No hablemos ya de programas culturales, porque a mí también me gusta reírme de boludeces o engancharme viendo un videoclip. Tampoco me interesa asumir una actitud moralista, porque esto va más allá de la moral.
Entran a jugar otros factores: la television analizada como entretenimiento de las masas. La búsqueda de seducir al televidente con recursos miserables y vergonzosos. La falta de oportunidades que tenemos para ejercer un pensamiento crítico, para no dejarnos engañar por las luces de colores.
Cuando uno es consciente de que está consumiendo un producto comunicacional de baja calidad, tiene al menos algunos puntos a favor. Digamos: yo sé que esto es una cagada, pero me gusta verlo por tal o cual motivo. Ahora, cuando realmente creemos que algo tiene valor, o le conferimos atributos de los cuales carece, estamos en problemas. Si Ricardo Fort pasa a llenar páginas de diarios y revistas, estamos en problemas. Y si convertimos a la humillación y al maltrato que se observa a diario por TV en una conversación de peluquería, ya pasamos a ser cómplices de la mediocridad. Punto final.
Disco recomendado del día: "The best of Dire Straits and Mark Knopfler" (Compilado de 2 CD, Universal, 2005).
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