A veces tendemos a pensar que la "televisión basura" es patrimonio exclusivo de los argentinos. En rigor de verdad, los "reality shows", tal como los conocemos hoy, empezaron en EE. UU., seguramente con matices, pero no fue una invención de los productores locales. Sin ir más lejos un personaje denominado Jerry Springer es el "Mauro Viale yanqui".
Mostrar las miserias y las bajezas, lo bizarro y lo ridículo, lo morboso y lo decadente, es parte de este formato televisivo que en la Argentina tuvo su pico de popularidad a mediados de los ´90 con el famoso "caso Cóppola" y el programa de Mauro Viale. Lo mismo puede decirse de Gran Hermano, que parte de una experiencia en países europeos donde una cultura supuestamente refinada y de buen gusto recompensó a un grupo de seres humanos encerrados en una casa con buenas mediciones de rating.
Hoy, en Canal 7 (también conocido como La TV Pública) tenemos a "6, 7, 8", un programa abiertamente oficialista, que se nutre del archivo para descalificar a los opositores o a todo aquel que piense diferente. Sin embargo, varios de los panelistas supieron tener antecedentes periodísticos contrarios a las posiciones que hoy defienden. Tal es el caso de Orlando Barone, quien trabajó en Clarín y en La Nación, y que además se dio el lujo de ser el Director de un efímero diario menemista. Sin embargo, hoy lo vemos cuestionando a "los monopolios mediáticos", que no son ni más ni menos que aquellos para los cuales él prestó sus servicios. Pero debo reconocer que me gusta un poco el ensañamiento que el programa tiene con Macri, y cómo desnudan la ineptitud y el cinismo el Jefe de Gobierno porteño. Quizás influya que nunca me cayó bien Macri, pero realmente hay que decir que en "6, 7, 8" han conseguido rescatar momentos casi tragicómicos de este señor que supo ser presidente de Boca Juniors y que luego intentó, sin éxito, ser presidente del país.
Lo más probable es que sea reelecto en Capital, pero en tal caso uno supone que irá a segunda vuelta con Filmus. A Filmus uno lo ve demasiado inteligente y mesurado para ser oficialista. Es como decir: "no puede ser, un sociólogo, un tipo que fue mentor de una nueva Ley de Educación, que se cuida antes de hablar, no puede estar en las huestes kirchneristas". Aníbal Fernández es verborrágico y prepotente, y Filmus no tiene ninguno de esos defectos, al menos en apariencia. Será cuestión de ver si es sólo una fachada o si tiene algo más para ofrecer como dirigente político.