1 de julio de 2011

Copa América


Hoy viernes, en el día más frío del año, con 4º C de sensación térmica, está a punto de dar comienzo la Copa América en el Estadio Unico de La Plata. Seguramente veré el partido inaugural entre Argentina y Bolivia, pero debo decir que el entusiasmo que me despierta la competencia es muy escaso. Han gastado fortunas para remodelar y construir estadios, y de hecho el estadio de La Plata ha quedado espectacular. Pero este certamen deportivo no es más que un "premio consuelo" para los latinoamericanos que vimos naufragar a la Selección en el último Mundial.
Y hablando de guita, quizás sin tener en cuenta cómo se manejan las cosas, uno piensa qué otro destino se le podría haber dado a ese dinero. Se me ocurre, por ejemplo, que se podrían haber construido viviendas de mejor calidad de las que ofrecía la empresa del señor Schoklender.ti

Cada vez que hay un certamen deportivo temo que se convierta en una cortina de humo, porque los políticos manipulan hábilmente la euforia popular para desviar la atención pública hacia temas livianos. De este modo, los escándalos de corrupción pasan al olvido, son relegados en las tapas de los diarios y al poco tiempo se desvanecen como por arte de magia.
Es cierto, también, que da gusto ver a Messi o a Tévez en acción, y que uno se ilusiona con que la Selección pueda levantar una copa importante de una vez por todas. Sin embargo, debo decir que tiene un sabor especial ganar una Copa América o un Mundial de visitante, y no de local. A lo mejor es algo que se me ocurre a mí, pero cuantas más adversidades haya que vencer, más se engrandece cada triunfo. Con Bolivia perdimos 6-1 en las Eliminatorias del Mundial, y ahora es nuestro primer rival en la Copa América. La historia nos dice que subestimar al rival nos ha dado pésimos resultados. Del mismo modo que, en la vida, subestimar a los demás es un rasgo típico del argentino supuestamente "canchero" y triunfador. Bueno, espero que ganemos, a pesar de todo. Punto Final.

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