27 de julio de 2011

La búsqueda de la "alta definición"

Miércoles nublado en la ciudad. Durante la tarde recibí la visita de un amigo, y compartimos un café y una cerveza. Es reconfortante el encuentro con una persona que uno estima y aprecia, más allá de los vericuetos y altibajos propios de toda amistad. Que alguien me visite a la hora de la siesta no me fastidia, es más bien un alivio para llenar de palabras y de gestos esas horas vacías. Es verdad que a veces uno está muy cansado y dormir un poco luego del almuerzo es reparador, pero en mi caso pocas veces he logrado descansar bien fuera del horario nocturno.

En mis últimos textos estuve abordando, quizás en demasía, mis impresiones sobre la Copa América, a pesar de mi escaso conocimiento del fútbol y de todo lo vinculado a dicho deporte. Pero lo que está haciendo la AFA al intentar fusionar dos divisiones de fútbol en un solo campeonato para evitar el descenso de los clubes grandes (como River), es lamentable. Sinceramente ya no sé qué pensar, la corrupción que domina el deporte es impresionante, y está ligada a manejos políticos. Porque detrás de cada acuerdo se esconde la posibilidad de recaudar más guita con derechos de televisación, de manipular a la sociedad, de desviar la atención. Siempre ha sido así, en verdad. Los grandes logros deportivos garantizan un rédito político que nadie está dispuesto a resignar. El problema es que como ni siquiera obtenemos grandes triunfos en el deporte, entonces hay que recurrir a otras estrategias. Si seguimos por esta senda, los Juegos Olímpicos del año próximo, en Londres, serán el escenario de la vergüenza nacional. Porque si dejamos de lado al fútbol por un momento y miramos otras disciplinas, el panorama no resulta muy alentador.

El deporte genera mucha plata: todo un mercado de indumentaria, bebidas energizantes, canales especializados, revistas y videos. Hasta no hace mucho los partidos se escuchaban por la radio, y había gente que miraba fútbol por TV con el relato radial. Hoy todo está tan bastardeado que ya se ha perdido el placer de escuchar a un buen relator, de imaginarse la jugada, esa pelota rozando el arco, ese delantero gambeteando rivales en el área chica. Todo es alta definición, imagen, máximo realismo, pantallas planas, gigantes, imponentes, en el living del hogar, televisores de 10.000 pesos, locura total. Hay algo que no funciona bien, de eso estoy seguro, y no soy el único que se ha dado cuenta. Punto Final.

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