Es motivador conocer las historias de vida de las personas que se convirtieron en líderes. No para comparar sus acciones con las nuestras, porque probablemente nunca llegaremos a imitarlos. Pero sí para que nos sirva de incentivo. Por ejemplo, estoy leyendo un libro sobre el líder sudafricano Nelson Mandela. Me concentro en las anécdotas, en las boludeces que nos muestran cómo es y qué piensa. No importa que yo no conozca mucho de la situación política en Sudáfrica. Ya hace tiempo que dejé de preocuparme por lo que no sé, y trato de fortalecer los conocimientos que ya tengo. Por supuesto, siempre está bueno aprender algo nuevo, pero el tiempo y la vida te van llevando a eso que querés hacer. Ojo: no hay que esperar que las cosas vengan solas, pero tampoco perseguir todo el tiempo un ideal.
Otra de las sensaciones que me despierta el hábito de escuchar viejos discos, es recordar cómo era yo cuando los compré, y así encontrarle un sentido diferente más allá de lo estrictamente musical. ¿Por qué está ahí, juntando polvo en una caja de cartón, aquel CD de Lenny Kravitz que tan pocas veces escuché? Y en qué pensaba cuando me compré un compilado de Depeche Mode? Lo que me sucede con los discos puede trasladarse a otros objetos que les despierten sensaciones similares, como libros, revistas, o lo que se les ocurra. Pruébenlo, verán que funciona. Punto final.
Discos recomendados para pasar el invierno:
Lenny Kravitz, "It is time for a love revolution" (EMI, 2010).
Madonna, "Like a Prayer" (Warner, 1989)