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28 de agosto de 2011
Cuestionando a los "intocables" del rock
Hace unos días, un amigo me decía que no suele escuchar un mismo disco más de un par de veces. Y debo confesar que, a medida que pasa el tiempo, encuentro cierta lógica en ese proceder. A lo que me refiero es que un disco tiene que ser realmente muy bueno para que te motive a escucharlo nuevamente. Hay álbumes "clásicos" que me decepcionaron, por ejemplo "The Joshua Tree" de U2, que me parece un bodrio absoluto exceptuando dos o tres canciones. Las nuevas bandas tampoco ofrecen demasiados argumentos para ser tenidas en cuenta. El mismo sonido, chato, hiperproducido, retocado en el estudio hasta el mínimo detalle, con Pro Tools, carente de emoción. Y quisiera hacer un comentario sobre la inminente visita de Roger Waters, que tuvo una inusitada repercusión y obligó a agregar nuevas funciones. ¡Por favor, Roger, basta de "robar" toda la vida con "The Wall"! Está claro que Waters considera a ese disco como su obra más lograda cuando aún existía Pink Floyd, y me parece perfecto, pero sería bueno escuchar algunas de sus últimas composiciones. Tengo un disco en vivo de Waters ("In the flesh"), y es casi imposible de escuchar sin quedarse dormido. ¿Quién soporta una canción sin matices e interpretada de un modo totalmente abúlico si además dura más de 10 minutos?
Con los libros, sucede algo parecido. Como bien decía Jerry Seinfeld, la gente exhibe a los libros en su biblioteca como si fueran trofeos. Pero una vez que lo leíste, o por lo menos terminaste de leerlo, es poco probable que vuelvas a hacerlo. No pienso comprar más libros al pedo, por más los temas a desarrollar resulten "a priori" interesante. Lo que sucede, es que cuando uno va creciendo, ya son menos las cosas que nos conmueven o nos sorprenden de un hecho artístico. No sé si esto es bueno o si debería ser así, solamente estoy exponiendo lo que me pasa. La excelencia provoca admiración, y lo que está por debajo de ese nivel termina aburriendo, porque no ofrece un atisbo de novedad. Siempre es un placer escuchar de nuevo algún disco de Los Beatles, pero repetir la experiencia con un disco de U2 no es algo que esté en mis planes. Pink Floyd me gusta, a pesar de todo, pero quizás la banda esté sobreestimada o sobrevalorada. Es decir, tiene un prestigio demasiado elevado para lo que realmente fueron. Ahora bien, como por el momento no hay bandas que puedan acariciar una puntita de la gloria de Pink Floyd, también es comprensible que la gente los siga ubicando en un sitial privilegiado del rock. Pero es tiempo de decir basta a muchas cosas, de derribar mitos, de cuestionar todo aquello que parece incuestionable. ¿Cuánta gente conocemos que dice estar maravillada por los cuentos de Borges y apenas ha leído unas páginas? Basta de mentiras!
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