Detesto el calor y el verano, tal vez porque no pueda irme a ninguna playa a mojarme un poco las patas en el mar. Son meses de transición, también en lo profesional. Hay pocas noticias de relevancia desde enero, digamos, hasta marzo. Ahora nos encontramos con brindis de fin de año, actos escolares de fin de curso, todo va finalizando, en definitiva. Y las Fiestas se nos vienen encima, la gente entra en un estado de paranoia para comprar regalitos, fuegos artificiales y boludeces, con lo cual no hay lugar para un momento placentero, para el disfrute de compartir la mesa con la familia o los seres queridos. Porque en la mayoría de los casos que conozco todo podría resumirse en la vanidad propia del ser humano, en esa estúpida fiebre consumista.
Está claro que a todos nos gusta acceder a determinadas cosas y progresar económicamente. O mejor dicho, todos aspiramos a eso. Pero conozco personas que tienen todos los bienes que quisieran y transitan una vida miserable, con conflictos permanentes, quejándose de todo y sin hacer nada para cambiar las cosas. Yo soy bastante quejoso (debo reconocerlo), pero al menos trato de disimularlo y de no hacer pasar un mal trago a los demás cuando algo me indigna o me subleva.
Hay adultos que actúan como chicos y no se hacen responsables de sus propias vidas, siempre necesitan una tablet, un smartphone, un televisor de miles de pulgadas....dejame de joder! Esa no es mi idea de vivir, siendo esclavos de cada nuevo producto que aparece en el mercado. Y para no seguirme quejando de lo que en esencia se llama "capitalismo", termino el post de manera sencilla. Punto final.
Disco recomendado del día:
Vox Dei, "La Biblia" (Disc Jockey, 1971)
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