5 de mayo de 2014

Jugando a las escondidas

Las denominadas "redes sociales", concretamente Facebook, se han descontrolado de tal manera que se han vuelto inmanejables. Cada vez es más frecuente enterarse de personas que tienen un Facebook "trucho", es decir, con un nombre apócrifo o con otros datos igualmente falsos. Como es sabido, el anonimato es el gen de la impunidad. Son estos pobres tipos, que no tienen otra cosa mejor que hacer, quienes se dedican a insultar, putear, lanzar consignas racistas o xenófobas, desde la tranquilidad de la pantalla. Pero no es sólo FB: basta con leer los comentarios de los principales diarios online (La Nación, Clarín) y leer toda clase de sandeces, y que en muchos casos constituyen una incitación a la violencia. Cuando La Nación anunció que todas las notas publicadas estarían abiertas a comentarios, yo sabía que esto iba a ocurrir. Uno puede reportar un abuso, y supuestamente existe alguien que se encarga de moderar los comentarios y borrar aquellos que destilan odio e intolerancia. Pero no es ése el punto, porque estamos actuando como nenes del Jardín de Infantes jugando a las escondidas hasta que la maestra nos rete. No funciona así la cosa, por eso insisto, a modo de sugerencia, que solamente agreguen como contactos en FB a gente que conocen personalmente y que se pueda acreditar fehacientemente su identidad. Porque, como diría un amigo, "la gente es muy puta". Punto final.

Antes de apagar la luz

Jueves por la tarde en la ciudad. Si me pagaran por escribir acá, seguramente el resultado sería más provechoso. O en todo caso, me exigiría...