Estamos transitando la mitad de semana, con días que a menudo nos parecen largos y agotadores. En mi caso, por el tipo de trabajo que hago, todos los días tengo que producir y publicar material nuevo, y cuando el Municipio o alguna institución convoca a la prensa, hay que rescatar lo esencial de todo lo expresado por los oradores para que el texto no resulte demasiado largo y no agobiar al lector con una extensa parrafada que no aporta demasiado. Ya nos vamos preparando para el finde, que también trae consigo actividades culturales y deportivas que es necesario cubrir. La mejor satisfacción que uno puede encontrar en esta profesión es ser creíble, que la gente reconozca en las notas periodísticas una fuente de información genuina. A veces se puede hacer un reportaje que dé lugar a la polémica, y en otras ocasiones lo que hay para comunicar es tan insípido que no se dispone de dicha posibilidad. También, titular con "gancho", que invite a leer, es algo que uno suele hacer, aunque yo sólo lo empleo en determinados casos. Asimismo, cuando te dedicás a hacer periodismo digital, renegás y puteás si falla la conexión de Internet, si el WhatsApp que estás esperando no llega, y así se genera un pequeño desastre que es consecuencia del pésimo servicio que brinda Speedy en Lobos. Vivimos en el mundo real, que es el que percibimos con los sentidos, y otro paralelo, que se plasma furiosamente y sin descanso en las redes sociales, tanto las más conocidas como aquellas que están apareciendo y prometen reemplazar al ya anacrónico Facebook. Sí, el Face nos cambió la vida, sería necio negarlo, porque la gente comparte cualquier cosa que se le viene a la mente, algunas creativas e interesantes y otras que son pura vanidad, como fotos de viajes o la foto de un plato de comida que supuestamente ese usuario está pronto a degustar. Pero quizás sería apresurado emitir un juicio de valor, porque en principio cada uno hace el uso que desea de su cuenta en la red social, y a esta altura ya no hay nada que sorprenda demasiado, excepto el hecho de escrachar gente en un pueblo chico como Lobos, con argumentos varios, como que adeuda cierta suma de dinero, es violento con su familia, no se hace cargo de los hijos, y la lista sigue...
Lo más interesante, sería indagar en la reacción que busca esa persona detrás del monitor. ¿Sumar a otros en su indignación? ¿Pretender una búsqueda de adherentes en frustraciones colectivas? Es complejo saberlo. Hacer un perfil trucho en Facebook es relativamente fácil, pero no le encuentro el sentido, más que gozar de cierta impunidad ante una suerte de bipolaridad. La persona que todos conocemos y que se comporta conforme los usos y costumbres, y ese mismo sujeto que necesita otra identidad ficticia para espiar a su ex mujer, o para contactarse con su amante, entre otros propósitos bastante previsibles. Yo siempre he tratado de mantenerme al margen de esas estupideces. Por suerte, todavía no estamos dominados por la inteligencia artificial y podemos debatir con cualquier persona racional tomando unos mates o un café. Punto final.
Blog de Lobos, ARG, desde hace 18 años en la Web.
Un resumen de 20 años
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Que si se disculpa, que si no… Que uno saca al embajador, el otro lo deja… Todas estas idas y vueltas entre Milei y el presidente de Españ...