Pese a que la actualidad que nos toca vivir no es muy alentadora, como la gran mayoría de los argentinos yo también celebro un nuevo aniversario de la restauración democrática. Seguramente no fueron tiempos fáciles para quienes nos precedieron, tanto ciudadanos de a pie como dirigentes políticos. En 1983, la Argentina se parecía a un país perdido de Europa de Este, como Hungría o Rumania. Estaba todo por hacer, no había desarrollo tecnológico, un déficit gigantesco, faltaban leyes que regularan cuestiones fundamentales como el divorcio, y por supuesto mantener a raya cualquier amenaza de un nuevo levantamiento militar. Alfonsín hizo todo lo que pudo, pero fue reconocido tardíamente. Quizás porque su mandato quedó trunco ante del descalabro económico que se produjo en el último tramo de su presidencia, y llegó Menem con la famosa convertibilidad que muchos confundieron con "estabilidad". Es cierto, no había inflación en los '90, pero esa ficción permitió ocultar coimas, sobresueldos, y crímenes mafiosos. La privatización de las empresas del Estado se realizó de una manera vergonzosa, que fue denunciada en su momento por los pocos que no se subieron a la frivolidad y al jolgorio colectivo. Algunos servicios mejoraron, como la telefonía, pero se destruyó totalmente la red ferroviaria para favorecer a los transportistas. Con formaciones de trenes que tenían 40 años de antigüedad, y un sueldo promedio de 800 pesos/dólares, la gente tenía que viajar como podía. Y los jubilados cobraban 150 pesos/dólares de mínima, mientras Menem se sacaba fotos con Madonna y los Rolling Stones.
Volviendo a los '80, podríamos decir que se trazaron una serie de objetivos con el denominado Plan Austral, que trajo consigo una nueva moneda, y un intento de empezar desde cero. Al principio funcionó, digamos durante dos años, pero luego ya la inflación no dio tregua, y el país comenzó a padecer una hiperinflación que se extendió desde 1989, con Alfonsín, hasta 1990, ya con Menem en el poder.
No obstante, evaluar una gestión de gobierno en base a las medidas económicas como única variable es injusto, porque se hizo mucho en materia de Derechos Humanos, protección de las garantías individuales de cada ciudadano, reconocimiento del matrimonio igualitario, y más acá en el tiempo se instituyó la Asignación Universal por Hijo. Muy criticada al principio, pero que se mantuvo en los gobiernos posteriores.
Si Macri es hoy Presidente, no hay nada extraño en ello, sino una mayoría que lo votó en elecciones libres y conforme a los procedimientos legales. Ya no hay fraude, al menos en los comicios nacionales. Como estamos a menos de un año de elegir nuevamente quién ocupará la Casa Rosada, hay que pensar que la democracia es meramente representativa, y que nuestro único modo de expresarnos es mediante el voto. Cada vez que lo hacemos, estamos honrando la memoria de todos los que lucharon para que en la Argentina se terminen las dictaduras y los gobiernos déspotas, y aquellos que desafiaron a los retrógradas por defender sus ideas ante la censura y la falta de libertad de expresión. Punto final.
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30 de octubre de 2018
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