Estamos transitando la recta final de este 2018, quemando los últimos cartuchos con la esperanza de que el año próximo nos depare un destino mejor. Octubre ha sido un mes particularmente difícil, y como no hay un plan económico claro, hay mucha incertidumbre en la calle. Podemos mencionar como un signo positivo que ha bajado el dólar, aunque las grandes empresas ya fijaron sus precios con un dólar a $ 40 y es ilusorio suponer que vayan a reacomodar sus valores en las góndolas conforme la cotización de la divisa. Probablemente seguirán los aumentos de la nafta, los cigarrillos, los remedios, las frutas y verduras. Como suele suceder, quien aumenta los precios puede argumentar innumerables excusas, pero el hecho de tener menos poder adquisitivo resulta lo más preocupante para el consumidor promedio. Es por eso que hay mucha cautela al momento de invertir, porque nadie quiere arriesgar el mango, en épocas de turbulencia. De hecho, hoy dediqué buena parte del día a pagar cuentas, que suele ser lo primero que hago cuando tengo unos pesos. Aunque no es un monto significativo, nunca estoy tranquilo hasta que termino de saldarlas.
Sin embargo, trataré de que estos dos meses que restan me encuentren en el mejor escenario posible, no voy a bajar los brazos, y si tuviera que recapitular todo lo que ha sucedido en lo que va del año hasta ahora, no estoy seguro de si el balance sería favorable. Quizás sí, debo admitir que no soy demasiado optimista excepto cuando hay alguna señal de que las cosas van marchando bien. Todavía no puedo creer que ya estemos en noviembre y cómo hemos ido arrancando las hojas del calendario casi sin darnos cuenta, por la vorágine en que vivimos y esta sucesión de compromisos laborales que no dan tregua. Mientras redacto estas líneas, llueve torrencialmente, y debo reconocer que en tiempos recientes no se han producido cortes de luz a consecuencia de un temporal. No me simpatiza EDEN, pero al menos parece ser que se han puesto las pilas para que no suceda lo de años atrás, que caían dos gotas y con quedábamos a la luz de las velas. Otro "regalito" que nos trae este último bimestre de 2018 son los aumentos en las tarifas, que ya se han hecho una desgradable costumbre, además de ser insostenibles. Pero esa cuestión la dejaremos para una próxima nota. Punto final.
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