4 de enero de 2020

Recapitulando para no tropezar con la misma piedra

Sábado por la noche en la ciudad. De a poco me voy recuperando de la confusión que me agarré con los días de la semana, tal es así que el jueves 2 creí que era lunes. Generalmente uno se adapta conforme pasa la semana habiendo transcurrido ya los feriados de rigor. También quienes tenían alguna consulta médica pendiente debieron reprogramarla, o el propio profesional fijó un nuevo turno si es que se toma vacaciones o no. 

Me propuse bajar de peso en este 2020, alimentándome de un modo más saludable o bien ingiriendo porciones más pequeñas. Además de caminar más y hacer bicicleta. Veremos dentro de un mes qué resultado marca la balanza. 


El verano es sinónimo de distensión y vacaciones cuando uno es adolescente, pero el paso de los años le otorga una impronta más realista. Hay que seguir, y no está mal que así sea, porque el país no puede estar paralizado tres meses, ni tampoco el Gobierno puede abusar de los feriados para fomentar la vagancia y el ocio inútil. No es cuestión de renegar de todo, pero hoy por hoy, yo no sé si la pasaría bien yendo de vacaciones a la Costa y teniendo que cuidar cada moneda, ya sea en Mar del Plata o en cualquier otro sitio. En realidad, nunca busqué nada exótico ni sofisticado, pero me encanta nadar en el mar y dejarme mecer por las olas.


Me siento incómodo cuando los demás hacen alarde de su sospechosa prosperidad económica con gastos que superan los límites de lo razonable. Irse unos días a Mar del Plata está bárbaro, desde luego, aunque más no sea para salir de esta burbuja que es Lobos. Pero lo que siempre quise hacer, y algún día lo voy a concretar, es agarrar el auto, o tomarme un micro cualquiera, y bajarme en el primer pueblito que me guste, sin pensar si tiene cines, teatros, playas o boliches. Conversar con la gente, ver cómo viven, estar en contacto con otra realidad, es muy enriquecedor. Aunque a veces los contrastes nos hagan sufrir un poco.

Cada nuevo año nos brinda la oportunidad de empezar desde cero, como si todos los ciclos anteriores no hubieran existido. Es un comportamiento común pero curioso a la vez. Porque lo que puede borrar con el codo todo lo hecho en 2009, por dar un ejemplo. No obstante, es un modo que las personas tenemos de motivarnos y proyectarnos hacia el futuro. 2019 para mí no fue un año memorable, transitó cierta mediocridad, es decir: no fue un completo desastre pero tampoco marcó un hito en mi vida.

Estamos descorchando década nueva, y el tiempo fluye con una velocidad que quizás sea eje de la propia percepción que tenemos de él. Quienes tienen un crédito por pagar seguramente estarán esperando que todo se termine lo ante posible y que puedan cancelar la deuda, porque los intereses se han vuelto muy onerosos, y terminás pagando casi el doble de lo que vale el producto que compraste con este tema de la financiación. A más cuotas, más intereses. Por otra parte, se acabó la joda de los plazos fijos, ya que no reditúan lo suficiente para ser atractivos al ahorrista. El desafío será, por lo tanto, encontrar maneras inteligentes de hacer rendir la plata, en el contexto de un ajuste que incluye subas altísimas de impuestos (sobre todo el Inmobiliario Urbano y Rural) y también de las tasas municipales. Nunca me consideré macrista, pero como muchos sostienen, si Macri hubiera aplicado este ajuste ya lo hubieran quemado vivo. Punto final.

Un resumen de 20 años

  Al cabo de casi 20 años, puedo afirmar que estoy conforme con las notas que he escrito en este blog. Este año ha sido muy particular para ...