18 de enero de 2020

Volver al ruedo siendo mejores personas

Sábado por la noche en la ciudad. Me encuentro cansado, sin ganas de salir a los bares o boliches. A decir verdad, hace más de 10 años que dejé ese hábito, ya que me siento un dinosaurio rodeado de adolescentes que tienen otras pretensiones propias de su edad. Y está perfecto que así sea, creo que uno debe tener sentido común para adaptarse a las distintas etapas de la vida. Si se trata de una salida familiar o con amigos, no hay problema, pero si es de otro modo ya no me seduce demasiado. Estoy vivo, y estoy sano, es lo más importante. Estoy soltero y me siento bien en ese status quo, salvo cuando sienta que puedo brindarle a otra persona un plus, habiendo superado las carencias que todos tenemos. 

No quiero estar en una relación que se vuelva demandante, que sea un "toma y daca", no me interesa eso porque ya lo pasé, y no es cuestión de hurgar en el pasado sino de comprender las expectativas que te fijás y como te relacionás con los demás. A medida que conseguís mejorar en distintos planos, podés estar en condiciones de brindar un vínculo más sano con el otro. 

Hace poco se difundió un estudio, en el cual los encuestados priorizaban como valor el hecho de ser considerados buenas personas por sus semejantes. Hay un poco de vanidad en esto, porque nos desvela que reconozcan como seres amables y serviciales. Lo cierto es que no abundan, al menos para mí. Parece que resulta difícil hallar buena gente (que de seguro la hay), a juzgar por lo que uno puede apreciar es una sociedad donde todos quieren sacar ventaja y se cagan en el resto. Existen pocas personas dispuestas a escuchar, salvo que se dediquen a ello, como los psicólogos. Durante mucho tiempo fui uno de los que daban consejos sin que me los pidieran, en lugar de limitarme a escuchar, hasta que me tocó a mí estar del otro lado y comprendí lo irritante que resulta que un tipo nos intente resolver la vida diciéndonos lo que tenemos que hacer.
El contacto personal es algo que nunca quiero perder y que pongo por encima de cualquier chat o red social donde se comparten emojis y "caritas" para expresar sentimientos que no se comparan en nada a un abrazo franco y sincero. Estamos tan pendientes de tener el último modelo de celular o del chiche nuevo que fuere,  que en pos de esas pequeñas metas consumistas sacrificamos tiempo que bien podríamos dedicar a conocer a alguien. Tan simple como eso, conocer a alguien, no importa si lo hacemos en clave de conquista amorosa o no, lo relevante es el hecho de no descuidar el contacto humano, que es lo que nos hace ser lo que somos. A veces me da escozor pensar en lo rápido que los objetos de consumo de vuelven obsoletos, y me pregunto si no nos estaremos acostumbrando a hacer eso con las relaciones humanas.

Creo que las buenas personas están en algún lado, y que sin duda vale la pena conocerlas, estar en contacto con ellas, y escucharlas. A veces nos vemos obligados a tomar decisiones contrarias a esto, es cierto, pero eso ocurre, ni más ni menos, con los que se quedan en las buenas intenciones y nunca pasan a los hechos. Punto final. 

Un resumen de 20 años

  Al cabo de casi 20 años, puedo afirmar que estoy conforme con las notas que he escrito en este blog. Este año ha sido muy particular para ...