Hoy es un
sábado distinto, la mayoría de quienes no profesan religión alguna o no son
practicantes, no le dan importancia a la Semana Santa. Y menos aún al hecho de
consumir pescado o huevos de Pascua. A decir verdad, en ninguna parte de la
Biblia dice que tendríamos que hacer ambas cosas para ser mejores personas. Hay
otras necesidades más acuciantes, y otras maneras de conectarnos con la
realidad desde el encierro.
Debemos
adaptarnos a una situación que nos desagrada y nos llena de confusión, pero a
esta altura de los acontecimientos, no tiene sentido quejarse. Sí se pueden
buscar alternativas para hacer que nuestra estadía en la casa durante 24 horas
resulte lo más llevadera posible. No sirven de nada las supuestas predicciones
que proliferan en las redes sociales, acerca de lo que finalmente sucedió.
Nunca creí en eso, y si fuera cierto, ya poco importa. Estamos en el aquí y
ahora. Todo lo que hayan dicho que podía pasar, está sucediendo. No le demos
más vueltas al asunto y aceptemos lo que nos toca vivir. Estamos frente a un
desafío que día tras día nos pone a prueba, y hoy valoramos muchas cosas que
antes ni siquiera registrábamos (o percibíamos) al finalizar cada jornada.
Conozco gente que anota minuciosamente en una libreta los gastos que hace diariamente. Evidentemente, ese trabajo metódico les debe dar resultado, de lo contrario dejarían de hacerlo. Yo estoy pensando seriamente en intentar algo similar, aunque sin llevar la contabilidad a puntos extremos: o sea, si me compro un paquete de chicles no lo voy a anotar; si voy al supermercado para abastecerme durante toda la semana, tal vez sí. Las monedas son muy solicitadas por los comerciantes, pero para quien desea comprar algo tienen escaso valor, como consecuencia de las sucesivas devaluaciones y procesos inflacionarios. De todos modos, no es una mala idea juntar las monedas que te dan de vuelto cuando comprás algo, y guardar los billetes para gastar en una próxima compra. Las estrategias para el ahorro son tan infinitas como los ahorristas. Algunos son disciplinados consigo mismos y no se permiten darse ningún gusto, otros despilfarran lo que tienen en la primera semana de cobrado el sueldo y el resto del mes subsisten a pan y agua. En realidad, es difícil encontrar un equilibrio y que los números cierren. Yo he intentado hacer un "presupuesto" de gastos fijos, para saber qué dinero voy a gastar y con qué excedente puedo disponer, pero no me convencieron los resultados. Siempre aparece una situación emergente que no tenías prevista y que te obliga a gastar, entonces ahí comprendés la importancia de tener una reserva para hacer frente a cualquier contingencia, como conseguir un medicamento. Creo que, en definitiva, lo mejor es que si comprás algo estés satisfecho con tu compra, que no sientas culpa pensando que malgastaste la plata, y que disfrutes de esa revista, libro, juego de Playstation, o lo que sea, porque no se puede volver el tiempo atrás. Pero hoy, es tiempo de cuidar cada moneda, hasta que esto termine y (tal vez) sobrevenga una nueva etapa de prosperidad. Punto final.