Vivimos tiempos de profunda confusión e incertidumbre. Todavía no alcanzamos a comprender cómo nos está pasando esto. Ya llevamos más de un mes de aislamiento y nuestro cuerpo lo empieza a sentir, de varias maneras: en el deseo sexual, la aptitud física, la capacidad de no aburrirnos por todo. Es una mochila demasiado pesada, porque todo se convierte en cansancio y agobio al no saber cómo terminará esta historia. En la planta frigorífica (o Matadero) de Lobos, ya despidieron a 6 empleados y la cifra amenaza con incrementarse día tras día. Es el peor momento para quedarse sin laburo, y las autoridades deben ponerse al frente del reclamo. Son vecinos nuestros que reclamaban el pago de un bono de 3.000 pesos que la empresa se había comprometido a abonar.
Por lo que leí hoy en un diario local, existe la posibilidad de reabrir progresivamente algunos comercios cuya facturación se desplomó. Primero pensamos que esta cuarentena se levantaría en abril, ahora todo me hace suponer que seguirá hasta principios de la primavera. El Gobierno perdió la brújula, no sabe qué hacer, porque la recaudación de ARBA y AFIP cayó drásticamente. Era previsible que eso sucediera. Si no podés trabajar, menos vas a poder pagar impuestos. Con suerte, alcanza para tener un plato de comida en la mesa.
Es difícil aventurar un pronóstico respecto a cómo seguiremos. No tenemos poder de decisión, excepto cuando nos toca votar. Se escuchan cosas descabelladas por televisión, dado que como hablar es gratis, cualquier médico u opinólogo dice lo primero que se le ocurre. Hay que llenar horas de aire en la grilla, ahora que no hay fútbol ni espectáculos públicos. Es evidente que los que nos estamos yendo "al descenso", somo nosotros.
Es así como vemos que a nadie le importa que templos e iglesias estén cerrados, porque Dios no está en esos claustros sagrados, si es que existe. Está en las oraciones que cada uno haga si es que tiene fe. Semana Santa pasó sin pena ni gloria, porque hoy las preocupaciones o intereses del común de la gente son otros. A nadie le importa, tampoco, comer pescado, ayunar, o comprar huevos de Pascua, ya que en ninguna parte de la Biblia dice que haya que adoptar esos hábitos. Hoy vemos el resurgimiento de libros de autoayuda, que hace años se hallaban en franca decadencia. La gente necesita algo que la "sostenga" emocionalmente, que le brinde la convicción de que vamos a salir de esto.
Si un mes de inactividad económica causa estragos a un país, ni hablemos de que esto se prolongue 6 meses más. 2020 está perdido y será recordado como el peor año del siglo XXI, detrás del infame 2001/2002. Pero antes de dejarme sumir por la desazón colectiva, prefiero aceptar la realidad y hacer lo que esté a mi alcance para ganar algún peso más. Punto final.
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