Empieza un nuevo ciclo, un nuevo mes. Cada cual podrá tomarlo como quiera, porque en definitiva no es más que el resultado de la forma que tenemos de medir el tiempo según el calendario gregoriano. Pero sin entrar en cuestiones de esa índole, lo importante es qué simboliza una hoja en blanco: tenés 30 o 31 días para escribirla. Te podrán pasar un montón de cosas durante ese lapso, satisfacciones o decepciones. No es nada novedoso, pues de eso se trata vivir, y aunque te repitan mil veces eso de "disfrutar cada día como si fuera el último", no es posible. Parece una frase de un libro de autoayuda. Tenemos momentos en los que estamos bien, nos sentimos plenos, y otros en los cuales nos atraviesa la angustia y la incertidumbre.
Siempre me
interesó indagar en los viajes en el tiempo, no obstante sabemos que los
científicos descartaron que algo así pueda suceder, salvo en la saga de “Volver
al Futuro” que cautivó a toda una generación. También es un ejercicio interesante
observar fotos, ya sean propias o de personas conocidas, de hace algunos años.
Se dan casos en los que el transcurso del tiempo ha favorecido al sujeto
fotografiado, que ha adoptado un nuevo peinado o un modo de vestir más
elegante. Pero en la mayoría de las comparaciones, el envejecimiento natural de
la especie humana queda retratado con crudeza por la lente de la cámara.
Rostros ojerosos, canas incipientes, dientes manchados por el cigarrillo, y la
piel erosionada por años de salidas de boliche y excesos. En lo que a mí respecta, nunca fui muy habitué de los boliches, y extraño el Bar de La Porteña porque era un lugar acogedor y tranquilo para tomar algo. Sin embargo, volviendo a lo de las fotos, no nos olvidemos de mencionar que el trabajo, el estrés y las horas
sin dormir también hacen estragos en nuestra apariencia física.
Hace unas semanas, viajé con un remisero hacia Empalme. Cuando el trayecto demanda
varios minutos, me gusta conversar con el chofer para que no se haga tan
tedioso. El viaje de ida se nos hizo largo y debimos sortear una sucesión de
calles con abundancia de barro y pozos. Sin embargo, el viaje de regreso
pareció mucho más corto. Le comenté sobre esta percepción al conductor y
coincidió conmigo: "No sé por qué, seguramente debe haber alguna
explicación científica, tampoco sé si es algo psicológico, pero a mí me pasa lo
mismo. Siempre el viaje de vuelta me resulta mucho más corto". La misma sensación tuve la última vez que viajé con mi viejo de Mar del Plata a Lobos.
Son casi las diez de la noche de este sábado, todavía me quedan un par de cosas por hacer antes de dar el día por concluido. Pero, como ya es habitual en este blog, les dejo un par de recomendaciones: Cine: "Los crímenes de Oxford", dirigida por Alex de la Iglesia y basada en una novela del argentino Guillermo Martínez. (2008). Búsquenla en Cuevana o en alguna "cueva" donde todavía exista ese viejo objeto llamado DVD. Nos estamos viendo pronto. Punto final.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario