Llega el Día del Trabajador, una fecha que nos golpea un poco por el desempleo que comenzó a crecer desde que irrumpió la pandemia. Pero se me ocurrió reflexionar, acerca de aquellas personas que están detrás de una oficina o de un escritorio y que "trabajan" para complicarnos la vida. Al mejor estilo de la empleada pública, el famoso sketch de Gasalla.
Hacía tiempo que no escribía nada por acá, básicamente porque estuve abocado a trámites burocráticos con mi obra social que me insumieron varios días (además de 25 llamadas a Buenos Aires que por supuesto nadie me va a pagar). El motivo del reclamo se debía a una medicación que nunca me entregaron pese a que están obligados a hacerlo, pero creo que la situación se normalizó, recién lo podré comprobar cuando me envíen el próximo pedido. Cuando uno piensa en los laberintos de la burocracia, trata de no hacerse "mala sangre", de dirigirse a las personas con respeto, pero a todos en algún momento se nos salta la térmica. Lo peor es que a veces descargás tu bronca con quien no tiene nada que ver. Estás tan saturado de problemas y complicaciones, que alguien totalmente ajeno a ellos te dice cualquier cosa y reaccionás mal. Pero prefiero dar vuelta de página y dejar que las cosas fluyan.
Mi trabajo me apasiona, me siento afortunado de poder laburar de aquello que me gusta y que vengo haciendo hace casi 20 años. Sin embargo, necesitaría un ingreso extra, por eso estoy a la búsqueda de un empleo para el cual yo sea idóneo. Es decir, que se trate de cosas que yo sé hacer o que puedo aprender en un corto plazo. Mandé CV a varias empresas, que en realidad ni siquiera sé si son empresas o qué porque te dan una casilla de mail para enviarlo y es cuestión de echar la suerte. Sea como fuera, no me llamaron de ningún lado, al menos hasta ahora. Si es frustrante para mí, ni pensar para los pibes que recién egresan y necesitan contribuir a la economía de su hogar. Claro que si tenés algún "contacto", todo es más fácil, sobre todo en la política. Recuerdo que hace unos años pedí trabajo en el Municipio ante un alto funcionario (no estaba la Oficina de Empleo en aquel entonces), y no me dio una respuesta favorable. Según argumentó, el tema era que yo estaba sobrecalificado, y que un puesto, por ejemplo en la Planta de Residuos, no era acorde para mí. Fue bastante breve la entrevista, me dijo eso y me fui, pero me quedé pensando en que todo trabajo es digno, siempre lo consideré de ese modo. Habiendo pasado más de 10 años, pensar si yo me hubiera bancado el ritmo de trabajo de una Planta de Residuos, es hacer futurología. Todos los gobiernos ponen gente "a dedo", o crean puestos para acomodar a los militantes de turno. Yo he sido crítico de todos los que han pasado y nunca tuve compromisos políticos con nadie, pero esta gente que ocupa lugares sin idoneidad ni capacidad, deberá irse cuando el viento de cola cambie y asuma alguien de otro palo. Pero, en definitiva, será lo mismo: los "nuevos", pondrán a quienes les respondieron durante la campaña, ya sea con dinero, con militancia, portación de apellido, y la lista sigue...
De todas maneras, no creo que esto sea un vicio exclusivo de los argentinos, me refiero al "amiguismo". En los países vecinos, seguramente pasará algo parecido. La diferencia es que allá no se jode, te mandás una cag... y te borran del mapa. Acá rápidamente los camuflan en un cargo de bajo perfil, de forma tal que desaparezcan de la escena pública pero que continúen cobrando igual. Y no se puede poner militantes cuando necesitás personal con formación técnica, dominio del inglés, y una serie de requisitos que acá se pasan por alto sin ningún reparo, por eso nos va pésimo: Por hacer de los cargos políticos, un aguantadero de lacras.
Esto me hace acordar, retomando lo de los portadores de apellido, a Ricardo Alfonsín (embajador en España). Nunca me enteré, al menos a través de los medios, que se haya logrado un avance significativo entre ambos países, una gestión provechosa que beneficie a Argentina a nivel del comercio exterior. Nada de nada. Pero como es una cara medianamente conocida (además de eterno perdedor de elecciones), gracias a su finado padre, ahí lo tenés al tipo. Cosas que pasan, como la insólita misión comercial que CFK, siendo Presidenta, encabezó en Angola, un país africano de pobreza extrema y que los K quisieron darle tono de épica. Cosas que pasan, diría Larralde. Nos estamos viendo pronto. Punto final.
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