17 de abril de 2021

Mil preguntas

 ¿Quién dice quién es normal y quién no? Pregunto, porque más de una vez he escuchado por la calle alguien dice de otra persona: "No es normal", o "No es normal lo que hace". Mientras ese sujeto no cometa un delito ni te joda a vos, ¿Qué carajo te importa? La historia de la humanidad está repleta de genios que, por dicha condición, escapan a los parámetros ortodoxos de la normalidad. Lo instituido en la sociedad hace que muchas personas queden afuera porque no se comportan como el resto. No estoy hablando de psicópatas o de gente que fue diagnosticada como peligrosa para los demás. Eso es harina de otro costal. Me refiero a que los demás creen que vos tenés que hacer cosas a determinadas horas del día, o tener hábitos que se consideran instalados en la rutina burguesa. Hay un bar en Lobos, que por supuesto no voy a nombrar, donde mucha gente espera que sean las 10 y pico de la mañana para tomarse una cerveza o un vaso de vino, porque es el horario establecido para vender alcohol. Claro, si ese mismo tipo estuviera en la vereda de un bar "cheto" a las ocho de la noche con un vaso de whisky y un habano, el común de la gente lo juzgaría diferente. Es ser, no pertenecer. ¿Cuándo lo vamos a entender? 

En Lobos no lo he visto aún, pero si dos gays o dos lesbianas se besan en un lugar público, no me escandalizaría para nada, estamos en el siglo XXI. No es una provocación hacia vos: ellos están demostrando el afecto que los une al igual que cualquier pareja. Reconozco que si lo veo por primera vez, me puede parecer incómodo, como todo lo nuevo, pero nada más. 

Otro tema son los "vagos" o supuestos vagos que hay en el pueblo, y que uno los ve todo el día al pedo tomando café. La verdad, mientras no me pidan plata a mí, no me importa lo que hagan. Si una persona tiene la solvencia económica suficiente como para vivir sin trabajar, no me quita el sueño. Me han dicho que muchos de estos tipos son prestamistas, pero tampoco me afecta porque nunca recurriría a ellos para salir de un atolladero. 

Cuando vas creciendo y te convertís en un adulto, empezás a "decantar" lo que te va pasando, o lo que vas observando, como si fuera un tamiz. O, dicho de otra manera, vas filtrando como hacés con el café, para que en el "colador" quede aquello que debe ser desacartado, todo lo que no merece la pena. Por ejemplo, sé que hay gente que no me quiere, pero no es mi intención caerle bien a todo el mundo. Seguramente, tendrán sus motivos (o no), y no soy nadie para juzgarlos. A mí me sucede lo mismo con tantos otros vecinos, que me parecen insufribles, no los soporto y me cuesta mucho disimular cuando alguien me resulta un fastidio.

Nuestro paso por la vida es tan fugaz e incierto, que incluso aquellos momentos en los que parecemos disfrutar de una efímera prosperidad, pasan a un segundo plano por algún percance o hecho fortuito que nos quita el rédito por la meta conseguida. Estamos viviendo de un modo totalmente ajeno a nuestra propia naturaleza: celebramos el éxito ajeno con gran hipocresía y nos lamentamos de nuestras miserias. En eso se nos van los años, días y meses. Y no nos queda demasiado tiempo en este mundo para seguir actuando como dictadores del destino de los demás.

 Es un buen momento para pensar cómo queremos que sea Lobos en los próximos años, más allá de una gestión de gobierno. Hablo que los habitantes que componen la ciudad y que le dan sentido como conglomerado urbano. Ojalá podamos darnos cuenta de que, aunque la frase esté tan devaluada, somos artífices de nuestro propio destino. Punto final.


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