12 de abril de 2021

El "sincericidio" que desnuda lo que muchos no se atreven a decir

 Ramiro Leiva, una persona que aprecio, hizo público lo que muchos militantes del PJ lobense vienen diciéndome hace tiempo. El peronismo local carece de conducción, está fragmentado, y no hay posibilidad en un corto plazo de que ganen una elección mientras gobierne el Municipio J X C. Pero todo puede ser: si logran postular un candidato que "mida bien" en las preferencias del electorado (hay muchos que reúnen esas condiciones), podrían conseguir lo que hoy parece una hazaña. Para ello haría falta que Sobrero dé un paso al costado, lo cual es casi una utopía. Decir que habría que "jubilarlo políticamente" puede sonar irrespetuoso para un político de raza. El problema es que si el candidato para este año o para 2023 es puesto a dedo como un delfín del otrora Intendente, sería un síndrome parecido al de Alberto con Cristina. Y si ese "elegido" se corta solo, las consecuencias son imprevisibles. 

El desencanto de la militancia es notorio, abundan los reproches a Sobrero pero nadie se lo dice en la cara, no sé si le tienen temor o qué, porque en un marco de respeto y cuidando las formas todo diálogo es posible. Están cansados de hacer pintadas, pegar carteles, de poner la cara como punteros barriales, de clavarse todo una jornada electoral como autoridades de mesa, al reverendo pedo. Ya perdieron tres elecciones consecutivas, aunque justo es decir que en 2019 Tacho ganó las PASO. Lo que pasó después es historia conocida: aquellos se apostaban por la fallida lista de Zabalo-Sandoval prefirieron "tragarse el sapo" y meter la boleta de Etcheverry. Y con una campaña feroz, no exenta de algunos episodios cuestionables, el oficialismo arrasó por casi 3.000 votos. Si hubo campaña sucia o no, ya no tiene mucho sentido, con los hechos consumados. Lo que sí sé es que gastaron mucha guita, apelaron a todo tipo de recursos, se la jugaron a todo o nada y les salió bien. 

Las declaraciones de Leiva se podrían tomar de dos maneras: como un "sincericidio", o como una jugada para blanquear realmente lo que está pasando. El propio Ramiro podría haber sido Director del Museo de Perón, y un excelente candidato a concejal si es que le dan cabida. Y tienen razón los otros sectores del PJ "no oficial" cuando dicen que les cierran las puertas de la Unidad Básica. ¿Por qué no acuerdan una fecha para reunirse todos los que están desperdigados por ahí y se dicen lo que tengan que decirse? Mándense a las mierda, putéense, saquen los trapos al sol. Y no me vengan con el COVID, que tomen las medidas sanitarias y listo. Si no aprenden algo tan simple como eso, el pronóstico de Ramiro Leiva pasará a ser una amarga realidad. Punto final.

 


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