Arrancó la semana, como siempre con renovadas expectativas, y hay cosas simples que te ayudan a relajarte y afrontar lo que venga de otra manera. Darse una ducha caliente, tomar unos mates sin prisa, interactuar con amigos aunque más no sea por WhatsApp. Gracias a Dios no vivimos en el Conurbano ni en el AMBA (que no es exactamente lo mismo). Y no lo digo por sus habitantes, que a menudo son subestimados o demonizados como propagadores de la "peste". Lo digo, en rigor de verdad, porque las restricciones que anunció el Presidente, al menos hasta el día de hoy, no alcanzan a Lobos, y el discurso posterior de Kicillof no aportó nada, fue más que nada una serie de ataques a la oposición pero poco dijo respecto a nuevas medidas para la Provincia.
Quienes tratan como una plaga a la gente de GBA son, en su mayoría, los porteños, que se creen que Buenos Aires es un principado y que por ende están al margen de lo que sucede en el resto del país. Esa forma de pensar es bastante fascista, desde luego, y creo que el peor error fue otorgarle a CABA una autonomía que aun sigue siendo cuestionada por los juristas. Antes de 1996, el Intendente era elegido "a dedo" por el Presidente, algo que hoy nos suena anacrónico. Lo que debería haberse hecho es, simplemente, permitir que los porteños elijan a su alcalde para que realmente se sientan representados por quien más les plazca. Pero nada más. Nada de Legislatura y esas boludeces, hubieran mantenido un Concejo Deliberante como cualquier municipio del país y listo. No son una provincia más. Es de destacar que en pocas ciudades del mundo ocurre un caso paralelo al de CABA. Ni siquiera en México DF o en Washington DC es tan así. Pero bueno, no va a haber marcha atrás sobre este tema, así que no tiene sentido dedicarle más tiempo.
La mayoría de los que viven en Buenos Aires tienen cero empatía y consideración en cuestiones clave, como el acceso a la salud pública. Les desagrada que la gente que no vive en su "burbuja" y que es del Interior se atienda en hospitales de la Capital. Nunca falta la típica frase "Yo pago mis impuestos", y gansadas por el estilo, como si no fuera tu obligación como ciudadano hacerlo. Ahora que ellos están con el culo a dos manos porque los comercios cierran a las 20 hs, están bebiendo de su propia medicina, como la cicuta de Sócrates. Todo lo que es gastronomía entró en un derrumbe que era previsible, y sin ánimo a expresar rencor, se lo merecen por su falta de empatía y por creerse el centro del Universo aunque vivan en un monoambiente mugroso. La calle Florida está llena de locales cerrados, y la coqueta Av. Santa Fe, otro tanto.
Nosotros, los lobenses, pese a que nos quejamos y mucho, tenemos ventajas comparativas que son propias de todo lo que mencioné más arriba. Por supuesto, se vive el día a día y no se sabe hasta cuándo este status quo va a durar. Me acuerdo que en el 2000/2001 todos los días los noticieros te ponían en un videograph en gran tamaño acerca de cuánto estaba el "riesgo país". Hasta no hace mucho tiempo sucedía lo mismo con el dólar. Y hoy lo están haciendo con la cantidad de contagios que se producen a diario. Son cifras, números que no significan nada por sí mismos porque detrás de cada paciente hay una historia. Pero, obviamente, siempre es útil para generar alarma y angustia entre quienes están comiendo las milanesas del mediodía y ven todo esto. Aporten información útil, no números, déjense de joder, sean serios. Podés hacer un reporte de casos una vez al día, pero no "minuto a minuto". No creo que esto que están haciendo ayude a la salud mental de la población, sobre todo la de los ancianos que son los que más ven televisión y que saben que, con o sin COVID, les queda poco tiempo de vida. Hay que marcar la cancha de una vez por todas, pero no haciendo de cuenta de que no pasa nada, sino sabiendo que la responsabilidad individual continúa siendo la principal estrategia contra el virus. Punto final.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario