Si hay algún "mérito" que se pueda reconocer al segundo kirchnerismo (que empieza en los últimos años de vida de Néstor y atraviesa la primera Presidencia de CFK), es que ganaron la batalla cultural. Nadie se había animado a tanto y tampoco nadie lo había logrado antes, al menos de esa manera y con ese énfasis. Esto se consiguió dividiendo a la sociedad según el modo que elegía para informarse, lo que hoy conocemos como "grieta". Pero vamos a explicarlo mejor:
1) Se puso en duda la credibilidad de los grandes medios y se los etiquetó o rotuló como oficialistas u opositares según su contenido. De este modo surgió una suerte de "macartismo", con pintadas y escraches por doquier. Para disimular la inflación, se prohibió que las cadenas de supermercados publicaran sus ofertas en los diarios. Como el billete de 100 era el de mayor denominación y se había devaluado tanto, hubo que hacer imprimir una tanda en Brasil. Mientras tanto, Boudou ya tenía el ojo puesto en Ciccone, la "máquina de hacer billetes".
2) Se agitó un largo debate sobre la necesidad de crear una Ley (conocida como "Ley de Medios), que demandó muchísimo tiempo bajo el pretexto de fomentar la pluralidad de voces. Se creó un ente denominado AFSCA, que sustituyó al COMFER. Apenas asumió Macri, la ley fue derogada y se creó un nuevo organismo, el ENACOM, que funciona hasta la fecha. Por lo cual, las sesiones maratónicas para aprobar la ley resultaron al pedo.
3) "Clarín miente", se transformó en el slogan preferido de algunos pseudo intelectuales y funcionarios de segunda línea después del conflicto con el campo. Para justificar esa afirmación, se difundió un video que circula por You Tube, sacado fuera de contexto, de un acto de 1988 en el cual Alfonsín critica duramente al diario en la Sociedad Rural. Pero hay más: reescribieron la historia, literalmente: Borraron el prólogo de Ernesto Sabato del "Nunca más", y cuando Kirchner mandó descolgar el famoso cuadro de Videla que estaba en el Colegio Militar, afirmó que nadie había hecho nada por los Derechos Humanos, ninguneando a Alfonsín de una forma vergonzosa. "Las cosas hay que llamarlas por su nombre (...) Vengo a pedir perdón de parte del Estado nacional por la vergüenza de haber callado durante 20 años de democracia tantas atrocidades", dijo en aquella oportunidad.
4) Volviendo al punto # 1, es cierto que los grandes medios defienden intereses que no tienen nada que ver con la información veraz, por lo tanto es tendenciosa, o se vale de recursos periodísticos para otorgar más o menos espacio a una nota según su conveniencia. Por ejemplo, todos sabemos que el Grupo Clarín tiene como nave insignia a TN, un canal que durante todo el debate, se refería a "Ley de Medios K". Clarín y La Nación tomaron distancia de los K a partir de 2008 y del conflicto con el campo, porque son los principales sponsors de Expoagro, la feria ganadera más grande del país y obviamente no les convenía sumarse a la cruzada oficialista. Nadie es inocente en este juego.
5) El kirchnerismo "enseñó", si se quiere, a dudar. Dudar sobre lo que nos estaban diciendo desde un diario o desde la televisión, leer entre líneas, algo que celebro, que es tener espíritu crítico. Pero en ese afán, se apeló a recursos repugnantes, como investigar el pasado de los periodistas en otros medios, o dónde trabajaban durante la dictadura. También la TV Pública, contralada por el Gobierno de turno, empezó a emitir generosamente programas de propaganda como "678" o "Duro de Domar". Vos podés hacer lobby por una determinada causa o en defensa de una postura política, pero en los casos que mencioné la bajada de línea era tan burda y evidente que terminó causando rechazo en la mayoría. Por supuesto, los periodistas que sirvieron a "la causa" no lo hacían por amor al arte: cobraron sueldos que ni vos ni yo ganamos en un año entero. Pero como todo tiene su vuelta, se recontra quemaron y no volvieron a aparecer en ningún lado, por el repudio que generaron en el periodismo independiente. Un síndrome parecido al del triunfalista Gómez Fuentes tras la derrota en Malvinas en 1982. Algunos que me están leyendo quizás ni siquiera sepan o se acuerden quién fue Gómez Fuentes.
6) La TV Pública se ha vuelto una porquería decadente, llena de programas viejos, de archivo, o compartiendo los de otras señales como Canal Encuentro. Se llevaron en un bolso 4 millones de pesos (y luego sacaron 10 millones más) para hacer una ficción sobre Manuel Belgrano que constaba que cuatro capítulos. Ni una serie de Netflix o HBO vale esa guita. El canal está lleno de ñoquis que cobran sumas siderales. En realidad, ya venía así desde los últimos años, cuando todavía se llamaba ATC o Canal 7. Cero producción, cero inversión, cero gasto y despilfarro en boludeces: igual a cero audiencia. Me juego las tiras que a los tipos que salen por cámara no los ve ni la familia.
En una próxima nota me voy a referir en más detalle a lo que vemos y leemos y cómo las "fake news" nos cambian la vida en el peor de los sentidos. Punto final.
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