16 de noviembre de 2024

Un resumen de 20 años

 

Al cabo de casi 20 años, puedo afirmar que estoy conforme con las notas que he escrito en este blog. Este año ha sido muy particular para mí, los lectores lo saben sin necesidad de que se los diga. Me tocó atravesar tiempos turbulentos, y como debí abocarme a esos menesteres, hubo una merma en la cantidad de posteos que normalmente suelo hacer. Todo parece tan extraño y complejo a la vez que cualquier análisis que uno pretenda hacer se queda a mitad de camino. Insisto en que es oportuno recapitular para tratar de saber cómo llegamos a esta situación. Quienes detentan el poder actúan con total desparpajo y falta de decencia. Hace apenas unos días, Milei hizo lo imposible para tener una foto con Trump y posicionarse como el amigo conservador de un país bananero. Claro que Trump no es estúpido y no le dará ningún beneficio a menos que el Peluca haga ciertas concesiones, sobre todo aquellas relacionadas con el lobby de las empresas estadounidenses. Volviendo a las primeras líneas de este texto, pasé 20 años escribiendo (y describiendo) la realidad del país desde mi mirada. Quizás en alguna instancia estuvimos bien y yo no lo supe percibir. La gente que votó a este gobierno no lo hizo por una convicción de que eran personas idóneas, sino por rechazo al kirchnerismo. Hoy ya es demasiado tarde como para volver atrás. Ya nada será igual. Reconstruir la estructura del Estado será una labor casi titánica para aquel que se proponga llevarla a cabo a partir de 2027. La inflación que ha acumulado la Argentina desde 2005 hasta la actualidad debe ser una de las más altas del mundo. La complicidad con determinados medios de comunicación para tergiversar la realidad es más que evidente. Pero aun así, el principio fundamental es el de la libertad de expresión. TN o Clarín ya no marcan agenda como antes. Apareció el auge de Twitter, de las plataformas de streaming, los podcasts, toda una madeja cibernética que estaba en pañales hace dos décadas.


Milei dice admirar a Menem, pero el Turco era mucho más hábil para conducir. Era un seductor nato para embelesar los hombres de negocios y el empresariado. Moralmente los dos son nefastos, eso sí. Pero uno no puede evitar ver cómo la degradación de la política está escalando a niveles nunca vistos en nuestra vida institucional. Por ejemplo, nadie sabe qué hace la diputada Lilia Lemoine en el Congreso, lo que sí conocemos son las guarangadas que dice en los programas de televisión. Por momentos, la Argentina se asemeja a un país de ciencia ficción. Si vinieran los extraterrestres a visitarnos, no podrían creer que una nación próspera haya quedado reducida a cenizas. Se dice que Milei aún conserva un alto grado de aprobación popular, y puede que sea cierto, pero eso se le va a terminar pronto si siguen tirando de la soga. El alineamiento con EE.UU. es más obsceno y patético que en los años del menemismo. Y además, no parece que nos conduzca a ninguna parte. Hemos roto relaciones con países que históricamente bancaron los reclamos de la Argentina en los foros internacionales. La diplomacia que ejerce la Cancillería es totalmente torpe y genuflexa. Milei no tiene peso político propio, no es alguien con vocación de liderazgo. Tiene ambición de poder, probablemente, pero son dos cosas distintas. No es un faro a seguir, y el experimento libertario terminará cuando la economía transite por otra crisis más aguda e insostenible.


A título personal, trazar una reseña de dos décadas puede resultar abrumador e incompleto, ya que por lo general tenemos un registro nítido de lo más reciente que nos ha sucedido y olvidamos aquellos hechos más lejanos en el tiempo. También es frecuente que uno omita intencionalmente mencionar períodos que no fueron de mucha prosperidad. Ausencias y silencios.


El presente me encuentra en un punto de inflexión. Ya tengo una edad suficiente para asumir responsabilidades que antes delegaba en otros. Llegó el momento de tomar las riendas de la propia vida, pero sin soslayar que a veces no podemos solos. Hay que hacerse cargo de eso y tenerlo en cuenta para rodearse de gente que contribuya al bienestar y no a la toxicidad. No estoy para escuchar problemas de terceros que se vuelvan recurrentes. Si puedo ayudar a alguien, la única forma que se me ocurre es brindando algún consejo, pero a menudo uno se ve superado por las circunstancias y no sabe bien qué decir. Todos hemos atravesado por situaciones límite que no admiten consuelo alguno, son tan irremediables y desoladoras que simplemente hay que esperar a que la herida cicatrice y seguir adelante. Por mucha experiencia que uno crea haber adquirido, esas vueltas del destino te sacuden como un mazazo. No hay una manera de prepararse para afrontar una pérdida, o sobrellevar un duelo. Forma parte de la vida, como también lo son aquellos destellos de felicidad que nos produce ser respetados o queridos por nuestros pares. La cosa es así, amigos, lo digo sin ponerme excesivamente reflexivo. Son las dos caras de la misma moneda. Si aprendemos a valorar y vivenciar intensamente los momentos de placer, la carga no se hará tan pesada, eso ténganlo por seguro. Nos estamos viendo pronto. Punto final.

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