5 de noviembre de 2024

Relanzamiento

 

Martes por la tarde en la ciudad. Este fin de semana pasado me mantuve ocupado redactando notas, y brindando contenido multimedia para las redes sociales. Hice un par de videos en la Fiesta del Asado, y creo que fueron del agrado de los lectores. Ahora hay que pensar en cómo estirar la buena racha el resto de la semana. Ese es el problema que tiene Lobos desde hace un tiempo: No hay suficiente material como para pensar en jerarquizar un medio periodístico. Por ese motivo, sigo apostando al programa de televisión que conduzco como un espacio donde se pueden obtener buenas entrevistas. 

No me pesa hacerlo, lo que sí me encabrona un poco cuando el invitado no tiene ganas de estar allí y hay que remarla en el dulce de leche. Yo prefiero que me digan si no quieren participar antes de tener que remontar vuelo en una pista anegada. La verdad es esa, prefiero que me metan la excusa de que no pueden asistir, y no tener que liquidar el cuestionario en 15 minutos porque el ocasional participante no le pone ninguna onda al hecho de estar participando de un ciclo televisivo. Hay gente que daría lo que fuera por salir en televisión, y sin embargo tenemos casos donde no sólo no aprovechan la oportunidad, sino que ni siquiera les importa. Es una sensación incómoda. Me pone en una situación donde yo tampoco tengo interés en involucrarme. Porque en esos casos la entrevista sale forzada, no fluye como debería. Por suerte, son casos minoritarios. Al que me hace eso al aire, que se quede tranquilo que no lo invito más. No soy un principiante como para pasar un mal trago inútilmente.


Para los que ven el programa, les cuento que no es tan sencillo como invitar a algún vecino y esperar que te diga que sí espontáneamente. Hay que negociar horarios, enviarles un recordatorio por si se olvidan, preparar todo con varios minutos de antelación una vez que llega al estudio, hablar sobre los temas que se van a desarrollar durante la entrevista. Y hay algunos que se van por la tangente, que quieren sacar chapa sobre cosas que sólo les interesan a ellos, cuando en realidad el formato del programa fue concebido para esclarecer cuestiones polémicas que preocupan a la sociedad. Yo pregunto y repregunto todas las veces que sea necesario, no para lucirme yo, sino para que la audiencia pueda sacar algo en limpio, sobre todo si hablamos de funcionarios con responsabilidades públicas. Nunca discuto, dejo que mi interlocutor hable de lo que desee, pero no acepto que me quieran engatusar con boludeces. Si lo hiciera, me estaría desmereciendo como profesional. Llevo cinco temporadas encima al frente de “Café Doble”, y sigo perfeccionándome porque creo que lo fundamental es el respeto al público. Hay otro dato no menor, y es que con cinco años encima, cuesta renovar la grilla, convocar a nuevos vecinos. Hay algunos que han estado más de una vez, pero sólo cuando había una situación puntual que ameritaba que volviéramos a compartir una charla.


Los primeros programas, allá por 2019, representaron un gran desafío para mí hasta que me fui adaptando a un formato que yo desconocía. Nunca antes había hecho televisión, y lo tomé como una experiencia para incursionar en algo nuevo. No estoy arrepentido para nada, pero como decía antes, deberé renovar la grilla para tratar de no repetir invitados. Son cinco temporadas, pasaron muchísimos vecinos en ese lapso, ahora habrá que agudizar el ingenio para darle una vuelta de tuerca. Esta temporada 2024 hicimos un mix: Contamos con participantes nuevos, y otros que ya habían estado en ediciones anteriores. Por supuesto que, en el caso de los reincidentes, los temas no se repitieron, fue toda una tarea ir preparando preguntas para evitar que eso pasara. Con varios de ellos la pasé muy bien y disfruté el hecho de tenerlos en el estudio. Ahora que entramos en la recta final de este año, voy a ir preparando una agenda de lobenses que no han estado antes y que bien podrían sumarse al programa. Yo no obligo a nadie, ni les insisto para que vayan. Si por algún motivo no quieren estar, están en su derecho. Pero reitero lo que mencioné al comienzo: No me cabe duda de que habría varios que se desesperarían por salir en televisión, mientras que otros inexplicablemente rechazan el convite. Por esa razón, y si el ciclo tiene continuidad, habrá que dotarlo de contenido. A veces uno siente el desgaste de plantearse cuántas personas hay en Lobos dispuestas a mantener una conversación interesante. Sin embargo, aquellos que los inhibe la televisión no lo culpo, porque yo también en la primera temporada tuve que adoptar diferentes estrategias para que el programa tuviera una buena llegada. En cinco años, ha pasado tanta gente querida que sería imposible nombrarlos. Para el año próximo, voy a tratar de incorporar algún valor agregado para remozar el espacio. Todo me parece indicar que lo voy a conseguir. Nos estamos viendo pronto. Punto final.

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