Me fastidia la gente que acepta mansamente todo lo que le dicen sin atreverse a cuestionar nada. No se permiten ejercer la capacidad de dudar ante lo que parece ser una verdad inmutable. El problema es que, si se da todo por sentado, no hay lugar para el pensamiento crítico. Y creo que es peligroso naturalizar la ignorancia. Esto es válido, sobre todo, para las decisiones que afectan nuestra calidad de vida. La política y la economía a menudo van juntas, son indisolubles, porque todo plan político incluye medidas económicas que lo sustentan. O al menos, antes era así.
El populismo de derecha no es tan nuevo como suponemos. Siempre
hubo especímenes que se jactaron de su ideario conservador y anticomunista como
un pretexto para imponer el neoliberalismo y la desregulación de la economía.
Eso es lo que están haciendo ahora, y encima se vanaglorian del ajuste que están
perpetrando. Lo que estamos viendo ahora, esta “euforia” de los mercados, la baja del dólar y del riesgo país,
no repercute en la vida cotidiana de los asalariados, que cada vez deben
trabajar más para que el agua no les tape el cuello. Por otra parte, Milei es
un tipo que no tiene estatura para ser presidente. Ni él se hubiera imaginado
que algún día podría ocupar el cargo. Si recordamos las elecciones del año
pasado, lo más lógico hubiera sido que el balotaje se dirimiera entre Massa y
Bullrich. Todos sabemos que Bullrich quedó fuera de carrera mucho antes de la
segunda vuelta, pero para el caso es lo mismo, ya que ahora es funcionaria de
Milei. Claramente, los actuales inquilinos de la Rosada no estaban preparados para gobernar, de lo contrario no se
hubieran acumulado tantas renuncias de ministros y colaboradores en un plazo
tan corto. Ya hemos hablado aquí del desastre notorio que es la política exterior.
Ni ellos saben cómo delinear una estrategia, cómo alinearse ante la ONU y los
organismos internacionales. Los antikirchneristas toleran este experimento
porque creen que nada es peor a los años K, y ven al populismo de aquella época
como un monstruo de varias cabezas. No sé, tal vez en esos años estábamos mejor
que ahora, y ni siquiera nos detenemos a recordarlo. Y por no recordar,
aparecen estos outsiders, estos monos con navaja que no saben lo que es
gestionar ni conocen el arte de la negociación.
Cuando todo esto
pase, comprobaremos que nos llevará mucho tiempo volver a recuperarnos, ser un
país moderno, con empuje, que pueda ejercer un liderazgo en América del Sur. Si
el kirchnerismo –para algunos- nos condenó a la pobreza, ahora no podemos decir
que estamos mejor en ese sentido. Cada vez hay más pobres, gente que no puede
pagarse los remedios, o que no puede alimentarse como lo venía haciendo. Si los
salarios siguen por debajo de la inflación, esa situación persistirá. También cabe la posibilidad de que uno piense que en el pasado estuvimos mejor posicionados y que ello no sea más que un espejismo o una distorsión de la realidad. Una mentira para sentirnos
menos insignificantes ante el concierto de las naciones. Por eso dije al
comienzo, aprender a dudar. Pensar una y otra vez acerca de la
realidad argentina, es pensar en el karma que nos persigue como una maldición, porque
solamente hemos tenido algunas rachas positivas y el resto es miseria. Aun así,
la mayoría de la gente –yo también- volveríamos a elegir este país para vivir,
no se nos cruza por la cabeza ser exiliados si pudiéramos. No es algo que esté
dentro de las alternativas. La vamos peleando desde adentro, es lo único que
nos salva de una completa disgregación social.
Estuve leyendo en
medios nacionales algunas notas referidas a una supuesta “reactivación
económica”. Debo decir que no noto ninguna mejora en mis ingresos, ni tampoco
una mayor capacidad de compra. Hablan también de un efecto rebote, de que
tocamos fondo y que ahora empezamos a levantar cabeza otra vez. Yo no sería tan
optimista. Pienso que todavía falta para percibir un cambio positivo
sustancial. Mientras los salarios estén por debajo del costo de vida, no me
imagino que haya una recuperación. Aquellos que tienen que alquilar pueden
afirmarlo mejor que yo. Los precios de los medicamentos no paran de subir,
entonces ya podemos citar dos o tres rubros clave con valores en alza. Alquilar
una casa y tomar la medicación implican un costo significativo, por no
mencionar a los alimentos. No hay una estabilidad, y si algún día percibo una
mejora, seré el primero en reconocerlo. Pero hoy por hoy, no sería atinado
declamar que estamos transitando una recuperación. Hay algunos productos que no
han registrado aumentos, pero son muy escasos. Y si a eso le sumamos las
tarifas y el combustible, ya tenemos varios ítems que no encuentran un techo. La
suba de las naftas empuja a otros rubros, como el transporte público, y el
costo de la energía repercute más en la antesala del verano. Será un verano
complicado, sin dudas, pero habrá que darle pelea. Todas las épocas del año
tienen aspectos para disfrutar. Por lo menos, no tendremos que gastar tanto en
ropa. Nos estamos viendo pronto. Punto final.
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