Estoy tratando de disfrutar estos últimos días de "libertad controlada", antes de que cierren todos los comercios y me quede en bolas nuevamente como en marzo/abril de 2020. Si mis clientes (auspiciantes) tienen que cerrar la persiana, no trabajarán, por ende no me pagarán un centavo. Hay algo raro en el aire, y no es solamente el COVID: es miedo, incertidumbre, confusión, angustia, bronca....todos sabemos que es cuestión de días antes de que volvamos a foja cero. Por supuesto que, además del perjuicio económico, pienso en mi salud y en la de mis seres queridos. Pero el solo hecho de imaginarnos un escenario de permanentes prórrogas como ocurrió el año pasado, no deja de provocar una sensación de impotencia.
Durante todo este tiempo me cuidé, tomando las medidas que ya son harto conocidas, como el uso de alcohol y el barbijo. Más no puedo hacer, tengo que seguir trabajando aunque vaya a pérdida en un futuro, porque pese a todo prefiero mantenerme haciendo lo que elegí antes que quedarme tirado en la cama de mi habitación mirando pasar las horas.
La concreto es que hasta hoy, miércoles 14, la única restricción vigente es el cierre de bares y restaurantes entre las 0 y las 6 hs., además de la prohibición de circular en esa franja horaria, algo que nadie controla acá en Lobos. Desde el propio Municipio no logran ponerse de acuerdo acerca de qué hacer. Prendés la tele y lo único que te dan es la cifra diaria de muertos y contagiados. Ni siquiera se habla del dólar, que como no subió más, dejó de ser noticia.
Eso sí, le dedicaron un tiempito al fallecimiento de Mauro Viale, que era un sorete y un forro, digámoslo de una vez, porque la muerte no mejora a nadie. Sus programas eran vomitivos y en los '80, como relator de fútbol, era pésimo. Basta con comparar el relato que hace Viale del gol de Maradona a los ingleses, y el que hace Víctor Hugo. Este último es muy superior, lleno de emoción, debo reconocerlo aunque VHM no sea santo de mi devoción. El único momento bizarro y divertido del finado Viale fue cuando él y Alberto Samid se cagaron a trompadas en vivo.
Si quieren que les hable del COVID, les ahorro la tarea de tener que leer esta nota, pueden recurrir al archivo de todas las que publiqué durante 2020. No obstante, lo que predomina es el hartazgo social, de tener que vivir de una manera que jamás hubiéramos imaginado en 2019, por ejemplo. Para Año Nuevo, todos brindamos en familia o como sea pensando haber dejado atrás un ciclo terrible, pero sabíamos que no era tan sencillo lograrlo a partir de una mera expresión de deseo, así que volvemos a tener un deja vu, uno más en la historia argentina, aunque en este caso excede los límites del país ya que estamos hablando de una pandemia mundial. La gente empieza a dudar de la efectividad de la vacuna. Empieza a dudar, además, de la transparencia del proceso, por los casos que salen a la luz todos los días dando cuenta de que punteros, militantes, y funcionarios de segunda línea recibieron la dosis bajo una condición de privilegio sin pertenecer a ningún grupo de riesgo.
Podemos afirmar que contamos con algunas ventajas, a saber: todo lo peor que pueda venir ya lo vimos antes, el sistema de salud en líneas generales está más preparado, sabemos más del virus que en 2020, y el que no se cuida continúa siendo un gil que no solamente es negligente consigo mismo, sino con quienes lo rodean. Si los controles fueran más eficaces acá en Lobos, a más de uno habría que aplicarle una multa que le duela tanto el c... como para no volverlo a hacer. A aprovechar estos últimos días. Nos estamos viendo pronto. Punto final.
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