En muchos enfoques terapéuticos está de moda el verbo "soltar". Soltar sería, básicamente, desprendernos de todo aquello que nos está haciendo daño: vínculos enfermizos, objetos que no sirven para nada, para lograr así un desapego progresivo. Supuestamente, de esta manera, uno se aleja de las personas tóxicas y demandantes para comenzar un camino con mayor libertad para decidir. De más está decir que no funciona para todos los pacientes por igual, y cuantos más años lleves arrastrando ese lastre, más tiempo demandará sacárselo de encima. La gente que te manipula sin que vos te des cuenta es la más peligrosa. No soy psicólogo ni nada parecido, pero me ha pasado de ponerme a pensar qué lugar ocupa cada uno en mi vida. Y he decidido no otorgarle ese lugar de confianza y cercanía a esa gente que actúa como una sanguijuela, porque se alimentan de tu voluntad. Hay algo que leí por ahí en un muro de Facebook y que pareció una gran verdad: Te lo puede decir tu familia, tus amigos, "Fulano/a no te conviene, no es bueno que estés con el/ella", pero hasta que no te das contra la pared, no caíste en la cuenta.
Yo tengo una pila de libros a medio leer, discos sin escuchar, y me cuesta engancharme a ver una película dado que son demasiado previsibles, al menos las últimas que están en cartelera. Hago zapping por los canales de noticas hasta que compruebo que todos hablan de lo mismo. Pueden tener distintas miradas, pero me cansa, porque no llego a ninguna conclusión que me permita informarme con espíritu crítico. Trato de destinarle su tiempo a cada cosa. Si tuviera hijos, ellos serían mi prioridad, y por supuesto resignaría todo el tiempo de ocio para que ellos se vinculen con su padre, porque se merecen lo mejor. Pero no es mi caso. La verdad es que en las condiciones actuales no creo que vaya a ser padre algún día y hasta ahora no es algo que me genere preocupación o ansiedad. La mayoría de mis amigos ya lo son, sin embargo intento no compararme con nadie.
Cuando uno empieza a descubrir aquello que realmente "suma", que aporta algo para quitarte la soberbia o la ignorancia, ya tenés la pista de aterrizaje hecha. Todos nos encontramos en momentos que no queremos pensar en nada, porque estamos sobrecargados de problemas y responsabilidades. Más de uno te aconseja que bajés un cambio, pero no es tan fácil. Trabajás un montón de horas y aportás al Estado para que te asista cuando ya seas un viejo inútil que cobra una jubilación miserable. Al Gobierno de turno, los viejos no le importan, porque son pocos los que van a votar, por lo tanto no les sirven para ganar elecciones. No debe haber otro país que maltrate tanto a los ancianos como la Argentina.
Casi todos los que se dedican al "coaching", dictar charlas de motivación espiritual, son unos chantas y están llenos de guita. Te quieren enseñar cómo vivir, pero que alguien me explique como hacerlo si la realidad te atraviesa a cada instante. Esta gente, obviamente, no te va pagar las facturas de luz y de gas, ni va a contribuir a tener un plato de comida en la mesa todos los días. Eso sí, los libros que publican se venden como pan caliente. Desde Bucay y Stamateas en adelante, sólo un grupo minoritario merece ser tenido en cuenta. Punto final.
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