17 de noviembre de 2009

Volvemos a encontrarnos!!!













Hola, amigos, ¿qué ha sido de sus vidas durante este tiempo? En este año, he mantenido cierta regularidad con los "posteos", en parte porque tengo más tiempo disponible fuera de mis obligaciones laborales.
 Por ello, a quienes frecuentan este espacio les extrañará la ausencia de material reciente. 

Escribo, en primer lugar, porque siento que me hace bien hacerlo, y si puedo compartir un análisis o un punto de vista con alguien, mucho mejor . Como viene la mano, lamento pensar que el futuro inmediato no sea tan productivo como antes respecto a la cantidad de textos publicados aquí, pero en definitiva lo importante es seguir en contacto. He estado muy ocupado redactando crónicas periodísticas y debo reconocer que ello me hizo alejarme del blog para abocarme a mi laburo, que no descansa aun en tiempos de pandemia.

Cambiando de tema, creo en en una nota anterior hice mención a este clima político que se va gestando, a este hartazgo de la sociedad, que parece tener un ánimo tan volátil por momentos. A veces no hace falta más que una chispa para encender la llama de un futuro estallido social. Creo que, más allá de las ideologías, quienes rigen los destinos de este país deberían ser conscientes de esto. Los abusos, el clientelismo, la demagogia, no es patrimonio exclusivo de esta gestión de gobierno, pero la realidad es que son ellos quienes se encuentran ejerciendo el poder ahora y quienes deben aportar soluciones. La alianza entre piqueteros y Gobierno transita por un nuevo frente de tormenta, y nadie sabe cómo va a terminar. Los conflictos sociales recrudecen, y la Iglesia emite documentos cada vez más alarmantes sobre la pobreza. Sabemos que hay sacerdotes que hacen de la austeridad un medio de vida, y que hay otros que son tan corruptos como cualquier laico. Pero aunque la Iglesia no sea tal vez la institución más autorizada para decirlo, la pobreza existe y no hace falta que alguien me lo escriba en un papel con membrete. 

Los pobres "verdaderos", los que alguna vez pudieron vivir dignamente y hoy se ven privados de esa posibilidad, no quieren limosnas, ni planes sociales, ni sumarse a agrupaciones piqueteras para operar como fuerzas de choque contra ciudadanos indefensos. Simplemente quieren un trabajo, un empleo que no esté disfrazado por las cifras ilusorias del INDEC. ¿Tan difícil resulta para los políticos entender esto? ¿O debemos dejar la ingenuidad de lado y admitir que se hacen los boludos? La respuesta la tienen los lectores.

A la vuelta de la esquina

  Mitad de semana en la ciudad. No sé qué les pasará a ustedes, pero yo ya no me preocupo tanto como antes respecto a situaciones que aparen...