1 de marzo de 2010

Buscando afinar la puntería

Esto seguramente ya lo he dicho otras veces, pero no importa: Cualquiera que se dedique a escribir, comprenderá cómo cuesta expresar una idea sin ofender a nadie. Por eso, a menudo, uno se "autocensura". De hecho, hay cosas sobre las cuales me gustaría hacer foco para agitar un poco las aguas. Si no lo hago es para evitar una confrontación que no conducirá a ninguna parte. Tengo mis convicciones y trato de defenderlas, pero no tengo ganas de perder tiempo en una discusión en la cual mi interlocutor se considera el dueño de la verdad. 

Mis opiniones sobre este Gobierno (o cualquier otro que haya estado antes) podrán irritar a algunos, pero francamente no puedo evitar indignarme cuando percibo cómo vamos perdiendo la capacidad de reacción y nos acostumbramos a dar por sentado que todo seguirá así, a que la ilegalidad se convierta en un modo de vivir, y tantos otros incisos que sería largo mencionar.

Cambiando de tema, hace tiempo que no escucho un programa completo de Dolina. La señal de Radio Nacional no tiene la nitidez ni la potencia de la de Radio 10, y además entre el Himno Nacional y un micro alusivo al Bicentenario se desperdician varios minutos antes de que comience el programa. No obstante, las pocas veces que lo escuché durante esta temporada, siento que ya no es lo mismo: esa "chispa", esos guiños al radioescucha, esa agilidad y rapidez para salir siempre con un as bajo la manfa. No sé que pensar al respecto, será que ya me he hartado de Dolina y me niego a admitirlo o quizás, efectivamente, la calidad del programa haya mermado.

Como el fútbol ha dejado de interesarme hace rato, los días en que las emisoras de AM transmiten partidos se asemejan a los discursos por Cadena Nacional. No hay posibilidad de escuchar otra cosa, excepto Radio 10, que no transmite partidos de ninguna clase. A veces siento que la decadencia de la televisión también llegó a la radio, y que las viejas glorias de la radiofonía, como Cacho Fontana o Pinky, deben percibir esto con más claridad que yo porque han trabajado en el medio. Son de otra época, claro está, pero aun así, saben cómo hacer bien las cosas. 

El problema de fondo es claro: Se parte de la idea de que no es rentable ofrecer un programa de calidad porque no tendrá audiencia. Y hay además una cuestión de costos: es más barato hacer un programa de chimentos (con "guerra de vedettes" incluida) que pagarle el sueldo a un grupo de panelistas de un programa periodístico.

Disco recomendado del día: Lady Gaga, "The Fame Monster" (2009)

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