30 de enero de 2012

Lunes...escuchando a Coldplay y Aerosmith


Quizás este sea el último post de enero, veremos si mañana (31/1) surge la oportunidad de redactar algo. Este mes fue una mierda, con un calor agobiante, encerrado entre cuatro paredes con un ventilador viendo TV basura, con algunos problemas de salud que me afectaron más de lo previsto, y con la sensación de que el comienzo de 2012 podría haber sido mejor. Pero así se dio, y tengo confianza en los 11 meses restantes.
No me fui de vacaciones a ningún lado, y no creo que lo vaya a hacer en el corto plazo. Tenía unos pesos para salir, pero como me sucede siempre, la guita se fue gastando en boludeces o en cuestiones que consideré más prioritarias. De todas maneras, no tenía decidido adónde quería ir. Pensé en Mendoza, en Córdoba, pero los viajes largos en micro me agotan. La ansiedad me supera por momentos, como a muchos de nosotros. Pongamos por caso: me subo al colectivo y ya quiero estar allá. Apenas tolero los 90 minutos que demanda llegar a Buenos Aires en combi.
Antes de sentarme frente a la pantalla, pensé en redactar un texto crítico hacia el Gobierno, aunque nadie me dé bola y me gane algunos enemigos. Pero es entonces cuando uno se pregunta "para qué". Y esto tiene que ver con el post anterior. Yo sé que me voy a seguir indignando por situaciones que considero injustas, por medidas arbitrarias, o por el abuso de poder. Pero intentaré dosificar mi bronca porque tengo la sensación de que desde mi humilde lugar es muy poco lo que puedo hacer. Si hay un 54 % de ciudadanos que pensaron de una manera y yo estoy en la vereda de enfrente, lo tengo que aceptar. Eso no quiere decir que un triunfo electoral da derechos a la prepotencia, la vulgaridad y el clientelismo. Cada cosa tiene un ciclo, y la gente emite su voto de acuerdo con intereses que son propios de la coyuntura, de lo que se está viviendo en ese momento. Lo que me inquieta es lo que vendrá: qué suerte correrán las instituciones, el Congreso, la Corte Suprema. ¿Seguiremos con la inflación actual, y asistiremos resignados a la paulatina evaporación de nuestros ahorros? Y no me rompan más las bolas con filosofía barata, con "vivir el presente", o "disfrutar el momento". En la vida hay que proyectar, de lo contrario nunca se llega a ninguna parte. Las cosas podrán salir mejor o peor, pero tenés que saber en qué dirección vas y hacia dónde querés llegar. Punto final.

28 de enero de 2012

Un sábado tranquilo...pensando en alguien

Acá estoy de vuelta, mejorando de algunos problemas de salud, y con ganas de seguir adelante. Tomé la decisión de buscar cosas y/o actividades que me hagan bien, y les aconsejo lo mismo a quienes me están leyendo. Está bien que nos preocupemos por la explotación minera en Famatina, por el intento K de reformar la Constitución, pero piensen que desde nuestro humilde lugar no podemos hacer absolutamente nada para impedir que esos hechos ocurran, por más que nos provoquen indignación o rechazo.

Lo que pretendo expresar, es que en la vida, si no queremos terminar con una úlcera, tenemos que rodearnos de personas que nos hagan bien. Y si no las tenemos cerca, ir a buscarlas. Soy un convencido de que todavía hay gente buena, de que no son todos garcas, corruptos y cínicos. Esto no implica "usar" a las personas para nuestro propio bienestar o intentar hacer terapia con ellas, porque no están capacitadas para ello, y además ya bastante tienen con sus propios problemas. Se trata de evitar a la gente tóxica, lo cual no es fácil porque esa clase de personas es la que domina el mundo actualmente en distintos estamentos. Basta de la boludez de Facebook!!! Aprendamos a usar las redes sociales con racionalidad, no para discutir sobre política, sino para compartir problemáticas que podamos resolver entre todos. Un ejemplo de ello es el Grupo Conexión Animal, recientemente creado en Lobos, que se ocupa de brindar asistencia y protección a los perros abandonados, que son moneda corriente en nuestra ciudad. Yo creo que esas personas están haciendo algo para mejorar, dedican parte de su tiempo a algo noble (o al menos útil), y eso tiene mucho valor. Pensemos en qué podemos hacer para ayudar a alguien, y nos sentiremos mejor si logramos nuestro cometido. No hace falta poner guita, ni donar nada, simplemente escuchar, interactuar. En síntesis: ser más humanos. Punto final.



23 de enero de 2012

Casamiento (parte 2)

Continúo con lo que venía relatando en el post anterior. Uno de las cuestiones que me preocupaba un poco era el tema de la ropa. No tengo traje, y no estaba dispuesto a alquilar uno porque pienso que es tirar la plata a la basura. Sabía que tenía un saco en algún placard y que podía combinarlo con un pantalón oscuro y un par de zapatos negros, así que eso fue lo que hice. Me negué a usar corbata, porque es totalmente al pedo, sentís como si te estuvieran ahorcando y cuando empezás a bailar y a disfrutar de la fiesta propiamente dicha lo primero que la gente tira a la mierda para sentirse un poco más cómoda es la corbata. Con respecto a la fiesta, estuvo bastante bien, yo siempre reniego de la música que pasan en este tipo de eventos (me había preparado mentalmente para escuchar a los Wachiturros), pero en esta oportunidad simplemente me resigné y traté de disimular mi fastidio.

Pensé que no estaba permitido fumar, por eso no había llevado cigarrillos, pero cuando nos sentamos a la mesa vi que mucha gente empezó a fumar sin siquiera preguntar a los organizadores cómo era la cuestión. Para no manguear cigarrillos a mis amigos, salí a buscar un kiosco, para ese entonces eran las 11 de la noche, recorrí más de 10 cuadras sobre la AV. Yrigoyen y no pude encontrar uno solo abierto. Finalmente llegué casi hasta el Cruce de Yrigoyen y Arévalo y compré un atado de Philip Morris de 10. Pero resulta que el impresentable que atendía el local no tenía encendedores, de manera que tuve que seguir caminando hasta el Barrio FONAVI para comprar un encendedor a $ 1,50. Me dirán que es una locura haber hecho semejante trayecto para fumar un pucho, pero ya que había salido del boliche, no iba a volver sin conseguir lo que estaba buscando. 

El catering consistía en su mayoría en snacks, o comida para comer con la mano, lo cual me parece muy acertado porque usar cubiertos para ciertos platos a menudo se vuelve engorroso, pese a que en una reunión social uno tiene que cuidar las formas y no puede comer como lo hace en su casa. Como todo en la vida, llegó un momento en que me harté, de la secuencia comida-baile-comida, entonces alrededor de las 3 AM me fui del modo más desapercibido que pude. Me gasté 10 pesos en un remís, llegué a casa, me despojé rápidamente del saco, el pantalón, las medias y los zapatos, y me acosté a dormir. Punto final. Si me acuerdo de algún detalle que valga la pena mencionar, lo haré en el próximo post. Hasta entonces!!! 


22 de enero de 2012

Qué noche de casamiento!


El viernes último (20 de enero) me invitaron a un casamiento, dos cosas que no suceden a menudo. Ni que me inviten, ni que la gente se case. Debo decir que no estaba muy convencido de ir, pero como los novios tuvieron la deferencia de tenerme en cuenta sentí que no podía negarme. Además, de no haber ido me hubiera quedado tirado en la cama escuchando música. A lo que me refiero es que no tenía ningún Plan B, ese caluroso viernes no tenía algo mejor para ofrecerme. Como es habitual, cerca del mediodía todos los invitados fuimos al Registro Civil, donde se formalizó el matrimonio. Por la noche, hubo que ir a la Iglesia, ya con otra vestimenta más acorde, pero la ceremonia no resultó demasiado tediosa. Me da la sensación que, excepto por los familiares y por los propios cónyuges, a nadie le importaba demasiado lo que estaba ocurriendo, y todos estaban esperando que terminara lo antes posible para concurrir a la fiesta, que es donde realmente todos se relajan y distienden un poco, incluidos los recién casados.

La fiesta en cuestión tuvo lugar en un boliche de la Av. Yrigoyen, que yo detesto con todas mis fuerzas por razones que sería largo explicar. No obstante, debo reconocer que el evento fue pensado de un modo bastante ameno e informal, de manera que cada uno podía sentarse y compartir la mesa con su grupo de amigos y conocidos. Además de la comida, la barra estaba muy bien provista y había bebidas para todos los gustos. No me sentí incómodo al comienzo, y creo que mis intentos de mostrarme sociable y simpático fueron acertados. No era el momento para discutir por boludeces ni criticar a nadie, sino para conversar de temas triviales. En definitiva, los invitados son elegidos por la pareja que se casa, y muchos de los presentes no teníamos nada en común, excepto que estábamos reunidos por el mismo motivo.

(Mañana, si no surge algún imponderable, continuaré con la crónica porque tengo ganas de descansar y recuperar fuerzas).

18 de enero de 2012

Barcos y banderitas

Un barco crucero con cientos de personas a bordo naufragó cerca de una remota isla italiana, con cientos de personas a bordo. Me importa un carajo. El Gobernador Daniel Scioli y su vice, Gabriel Mariotto, se pelean para demostrar quién es más kirchnerista. Tampoco me importa. ¡Que se maten entre ellos! Yo me preocupo por mí y por mis seres queridos, y por más periodista que yo sea, no voy a dejar que me afecten hechos que no tengo ninguna posibilidad de modificar o alterar su curso.

El tema del famoso barco que se hundió en aguas italianas, más allá de que hubo pasajeron que perdieron la vida, me resulta tan lejano a mi realidad (y a lo que estamos viviendo los argentinos) que no me interesa. Ya hace casi una semana que la radio, los diarios, y la TV vienen llenando la "sequía informativa" propia del verano con testimonios de la tragedia, como si nosotros pudiéramos hacer algo o acaso remediar lo que en principio resultó ser un viaje de placer. No hace falta ir tan lejos para encontrar muertes absurdas que se podrían haber evitado, basta con tomar el caso del conductor de la camioneta Chevrolet S 10 que manejaba totalmente borracho por la Ruta 11 y mató a un joven de 29 años. Pero como suele ocurrir, el tema fue motivo de indignación popular durante un par de días y ya quedó en el olvido.

Mientras tanto, seguimos discutiendo por Malvinas, y fue entonces que a algún brillante funcionario del Gobierno se le ocurrió proponer a los países del Mercosur que no permitan entrar a sus puertos a ningún buque con bandera malvinense. Esto fue interpretado por muchos como un gesto de solidaridad de los países vecinos para con Argentina, cuando en realidad los efectos prácticos de la medida son pocos. No creo que los kelpers cambien de parecer o sientan deseos de ser argentinos ante una medida semejante, y por otra parte, los países en cuestión sí están permitiendo el ingreso de buques con bandera británica. Como digo siempre, si no somos capaces de tener 23 provincias en orden y con sus finanzas saneadas, me pregunto de qué manera podríamos hacernos cargo de las Malvinas y garantizarles a los isleños el mismo nivel de vida del cual gozan actualmente. Eso, claro está, en el hipotético caso de que acepten la soberanía argentina, cosa que no sucederá en el corto plazo por más que los barcos lleven la bandera de los Juegos Olímpicos Londres 2012.

13 de enero de 2012

Un verano diferente


Hace unos días leí una nota en una revista que me pareció interesante, que abordaba el tema de los medios. Parece ser que uno debiera definir una posición, o decir "de qué lado está". Concretamente, si estás del lado de los "medios hegemónicos" o "monopólicos", o si apoyás otro tipo de expresiones más afines al oficialismo. Nunca me gustó que me encasillen, o me quieran ubicar en un determinado bando. La persona que lee el diario Clarín o mira las noticias por TN no es necesariamente un "gorila", "fachista", o cualquier calificativo que pretenda endilgársele por esa sola condición. Del mismo modo, al que le gusta ver "6, 7, 8", o leer "Tiempo Argentino", no se lo puede crucificar por elegir informarse de esa manera. Podemos estar de acuerdo (o no) con determinados puntos de vista, pero hay hechos que no se pueden ocultar. Si el Gobierno Nacional está decidido a hacerle la vida imposible a Macri, por ejemplo, yo no quiero entrar en ese juego. Que se maten entre ellos. No me vendan pescado podrido, como se dice en la jerga. Vale aclarar que Macri no me parece un dirigente político particularmente amplio o pluralista, quizás muchas medidas que toma sean intolerantes para ciertos sectores, pero es el Gobierno que los porteños eligieron. Del mismo modo que Cristina es la Presidenta que los argentinos eligieron. Lo que quiero decir con esto es que yo no cuestiono la voluntad popular. No estoy de acuerdo con la gestión de la Presidenta pero si fue votada por un 54 % es evidente que mucha gente quiere que este modelo continúe, entonces para qué vamos a enfrentarnos al pedo.

Hace poco discutimos con un amigo cuando en un momento me preguntó si yo consideraba que la Presidenta era inteligente. Le respondí que no. De hecho, el peor presidente desde la democracia, Carlos Menem, fue a mi criterio el más inteligente, porque fue el único que consiguió reformar la Constitución y obtener la reelección, lo cual le permitió gobernar por 10 años. Ojo: no estoy diciendo que Menem le hizo bien al país, más bien todo lo contrario. Pero se mantuvo una década en el poder, y muchos de los que hoy se definen como kirchneristas integraban su séquito de cortesanos. Tengamos un poco de memoria, y recordemos la fascinación colectiva por la convertibilidad, ¿acaso nadie se acuerda? La palabra que sostenía el discurso de Menem era "estabilidad", cero inflación. Cuando la fiesta del "1 a 1" terminó, ya era demasiado tarde para lágrimas. Pero a veces nos quieren hacer creer que la prosperidad, el crecimiento, y no sé qué más comenzaron en 2003. Si nos ponemos a pensar, todos los gobiernos tuvieron períodos de bonanza, sobre todo el de Alfonsín, hasta 1987 más o menos cuando el PJ se impuso en la mayoría de las provincias. Sería bueno que cada uno pueda rescatar de cada gobierno algo que se haya hecho bien, en lugar de seguir pensando que lo que sucede en el país es fruto de la casualidad o del azar. Punto final.


Disco recomendado del día:

Barbra Streisand, "What matters most" (2011, Sony Music)

8 de enero de 2012

Reflexiones de domingo...

Antes, no sé precisar cuánto tiempo atrás, tus amigos se tomaban el trabajo de ir a tu casa y saludarte por tu cumpleaños. Así, todos pasaban un grato momento, comiendo torta, sandwiches o tomando unos mates. Pero parece que el contacto personal ya no se considera necesario, y entonces esos amigos comenzaron a mandar mensajes de texto o e-mails para la fecha en cuestión. Pensé que ya con ese modo tan frío y distante no habría marcha atrás, pero me equivoqué. Con la aparición de Facebook, los contactos (mal llamados "amigos") reciben una notificación del cumpleaños de sus otros amigos de la burbuja social. Entonces, ya ni siquiera hay que gastar, te mandan un saludo por Facebook y listo. Para qué molestarse en llamar por teléfono, visitar al cumpleañero o elegir un regalo.

Estamos perdiendo muchos hábitos y costumbres con los que supimos crecer, pero parece que a nadie le importa. Y hay algo más que está vinculado a esto: las nuevas generaciones no le dan valor a las cosas. Por ejemplo, cuando yo era adolescente tenía que ahorrar para comprarme un disco que me gustaba. Hoy, cualquier pendejo con acceso Internet puede bajar las canciones que desee gratuitamente. ¿Qué ocurre entonces? Los chicos bajan 300 temas, por decir una cifra, pero escuchan menos de la mitad. No soy capaces de sentarse a escuchar 12 canciones de un disco, porque se la pasan boludeando con la computadora y saltando de un track a otro.

Lo mismo está sucediendo con los autos. Hace 30 años, comprarse un cero kilómetro no era para cualquiera. Las cuotas y los requisitos eran infinitos, y además quienes accedían a un auto nuevo tenían un estilo de vida acorde con el valor del vehículo. Hoy, hay gente que vive al día, que alquila una casa que se cae a pedazos, y sin embargo ya está pagando un crédito para un cero kilómetro, o para un televisor LCD. No estoy juzgando a quienes actúan de ese modo, porque cada uno hace con su plata lo que quiere. Solamente me detuve a pensar en cómo hemos cambiado las prioridades y las cosas que cada uno considera importantes. Punto final.

5 de enero de 2012

La bronca de los porteños con los subtes


Jueves por la tarde en la ciudad. Con el traspaso de los subtes y premetros a la órbita del Gobierno Porteño, la Nación se sacó rápidamente un problema de encima. Bien podría decirse que le tiró los subtes por la cabeza a Mauricio Macri, y apenas se comprometió a mantener el 50 % de los subsidios. Como era previsible, la tarifa del subte debió aumetarse para afrontar los costos (de $ 1,10 a $ 2,50), pero el costo político lo va a pagar Macri, no el Gobierno Nacional. Todo aumento de tarifas constituye una medida antipática e impopular, pero los porteños deberían entender que, sin subsidios, no hay otra manera de solventar un servicio y de que resulte rentable. Cualquier otro jefe de Gobierno que no fuera Macri hubiera tenido que tomar una decisión semejante, tarde o temprano. Otra cosa que llama la atención, es que los sindicatos que nuclean a los trabajadores del subte salga a pedir un aumento del 30 % ahora, y no lo hayan hecho antes, cuando estaban en manos del Gobierno Nacional. Por supuesto, nadie es inocente en este juego y cada uno busca sacar el mayor rédito posible.

Este post no es una apología al Gobierno de Macri, con quien no coincido en casi nada, sino un llamado a la racionalidad. De más está decir que para el pasajero que hace uso del subte todos los días para ir al trabajo, un aumento del 120 % en el boleto resulta excesivo. Ahora que se está terminando la "fiesta de los subsidios" y llegó el momento de sincerar las tarifas de los servicios públicos, nos damos cuenta de que la demagogia de todos estos años trajo como consecuencia un déficit fiscal del cual nadie quiere hacerse cargo. Cuando lleguen las facturas de la luz y del gas, a más de uno se le borrará la sonrisa de haber apoyado al "modelo". A quienes pedían moderación en el gasto público se los acusó de "gorilas" y de "neoliberales", y aquí tenemos el resultado (o las consecuencias) de creer que el Estado puede poner plata del Tesoro Nacional para financiar servicios públicos. Punto final.

2 de enero de 2012

Primer post de 2012!!!

Bueno, amigos, llegó el 2012, y dejamos atrás los saludos, los buenos augurios, los recuerdos, y los brindis. Ahora es momento de ponerse a trabajar para que éste sea un año mejor al anterior. El calor es agobiante, no anda un alma en la calle, no ocurre nada relevante en la ciudad. Como sucede siempre, todos los que se quejan de la crisis y de la inflación fueron los primeros en irse de vacaciones. Sinceramente todavía no me hago la idea de que empezamos un nuevo año, es demasiado reciente, lo que sí puedo afirmar es que estoy harto de ver imágenes del Rally Dakar. No me interesa en absoluto, nunca me gustó, más allá del hecho de que en sus tramos recorra parte de Sudamérica.

Enero será un mes de transición, y cada uno buscará la manera de adaptarse a este nuevo ciclo. No todos podemos irnos de vacaciones, ya sea porque tenemos obligaciones por cumplir y porque no nos dan los números. Pero, pensándolo bien, no sé si me sentiría cómodo en una playa repleta de gente, donde hay que defender con uñas y dientes cada metro cuadrado de arena para poner la heladerita, la reposera y la sombrilla. Es momento de empezar a pensar, con sinceridad pero sin sentirnos demasiado presionados, qué vamos a hacer este año y cómo vamos a afrontar los próximos meses. No le demos vueltas a las cosas, ni busquemos pretextos, hagámos cargo de lo que hicimos mal, de lo que no nos salió bien. Tenemos 12 meses para intentarlo, ¿no les parece?

A la vuelta de la esquina

  Mitad de semana en la ciudad. No sé qué les pasará a ustedes, pero yo ya no me preocupo tanto como antes respecto a situaciones que aparen...