5 de enero de 2012

La bronca de los porteños con los subtes


Jueves por la tarde en la ciudad. Con el traspaso de los subtes y premetros a la órbita del Gobierno Porteño, la Nación se sacó rápidamente un problema de encima. Bien podría decirse que le tiró los subtes por la cabeza a Mauricio Macri, y apenas se comprometió a mantener el 50 % de los subsidios. Como era previsible, la tarifa del subte debió aumetarse para afrontar los costos (de $ 1,10 a $ 2,50), pero el costo político lo va a pagar Macri, no el Gobierno Nacional. Todo aumento de tarifas constituye una medida antipática e impopular, pero los porteños deberían entender que, sin subsidios, no hay otra manera de solventar un servicio y de que resulte rentable. Cualquier otro jefe de Gobierno que no fuera Macri hubiera tenido que tomar una decisión semejante, tarde o temprano. Otra cosa que llama la atención, es que los sindicatos que nuclean a los trabajadores del subte salga a pedir un aumento del 30 % ahora, y no lo hayan hecho antes, cuando estaban en manos del Gobierno Nacional. Por supuesto, nadie es inocente en este juego y cada uno busca sacar el mayor rédito posible.

Este post no es una apología al Gobierno de Macri, con quien no coincido en casi nada, sino un llamado a la racionalidad. De más está decir que para el pasajero que hace uso del subte todos los días para ir al trabajo, un aumento del 120 % en el boleto resulta excesivo. Ahora que se está terminando la "fiesta de los subsidios" y llegó el momento de sincerar las tarifas de los servicios públicos, nos damos cuenta de que la demagogia de todos estos años trajo como consecuencia un déficit fiscal del cual nadie quiere hacerse cargo. Cuando lleguen las facturas de la luz y del gas, a más de uno se le borrará la sonrisa de haber apoyado al "modelo". A quienes pedían moderación en el gasto público se los acusó de "gorilas" y de "neoliberales", y aquí tenemos el resultado (o las consecuencias) de creer que el Estado puede poner plata del Tesoro Nacional para financiar servicios públicos. Punto final.

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