18 de enero de 2012

Barcos y banderitas

Un barco crucero con cientos de personas a bordo naufragó cerca de una remota isla italiana, con cientos de personas a bordo. Me importa un carajo. El Gobernador Daniel Scioli y su vice, Gabriel Mariotto, se pelean para demostrar quién es más kirchnerista. Tampoco me importa. ¡Que se maten entre ellos! Yo me preocupo por mí y por mis seres queridos, y por más periodista que yo sea, no voy a dejar que me afecten hechos que no tengo ninguna posibilidad de modificar o alterar su curso.

El tema del famoso barco que se hundió en aguas italianas, más allá de que hubo pasajeron que perdieron la vida, me resulta tan lejano a mi realidad (y a lo que estamos viviendo los argentinos) que no me interesa. Ya hace casi una semana que la radio, los diarios, y la TV vienen llenando la "sequía informativa" propia del verano con testimonios de la tragedia, como si nosotros pudiéramos hacer algo o acaso remediar lo que en principio resultó ser un viaje de placer. No hace falta ir tan lejos para encontrar muertes absurdas que se podrían haber evitado, basta con tomar el caso del conductor de la camioneta Chevrolet S 10 que manejaba totalmente borracho por la Ruta 11 y mató a un joven de 29 años. Pero como suele ocurrir, el tema fue motivo de indignación popular durante un par de días y ya quedó en el olvido.

Mientras tanto, seguimos discutiendo por Malvinas, y fue entonces que a algún brillante funcionario del Gobierno se le ocurrió proponer a los países del Mercosur que no permitan entrar a sus puertos a ningún buque con bandera malvinense. Esto fue interpretado por muchos como un gesto de solidaridad de los países vecinos para con Argentina, cuando en realidad los efectos prácticos de la medida son pocos. No creo que los kelpers cambien de parecer o sientan deseos de ser argentinos ante una medida semejante, y por otra parte, los países en cuestión sí están permitiendo el ingreso de buques con bandera británica. Como digo siempre, si no somos capaces de tener 23 provincias en orden y con sus finanzas saneadas, me pregunto de qué manera podríamos hacernos cargo de las Malvinas y garantizarles a los isleños el mismo nivel de vida del cual gozan actualmente. Eso, claro está, en el hipotético caso de que acepten la soberanía argentina, cosa que no sucederá en el corto plazo por más que los barcos lleven la bandera de los Juegos Olímpicos Londres 2012.

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