20 de octubre de 2013

La televisión, en franca decadencia

Hace treinta años atrás, el adjetivo "mediático" no existía. La gente no vivía pensando en un mundo donde alguien controla y observa lo que ocurre todo el tiempo, como lo imaginó George Orwell en su novela "1984". El famoso "Gran Hermano", una figura ominosa y opresora que nos mantiene cautivos y embobados. El análisis sobre el rol de los medios de comunicación apareció mucho tiempo después, y últimamente ha resurgido bajo el relato épico kirchnerista. Pero es verdad que la tele te quema la cabeza, que hay gente que cree fielmente en todo lo que muestra la pantalla y no puede discernir entre realidad o ficción. Entre estricta actualidad y operación de prensa. Ya hemos dicho en este blog (y no somos nosotros los primeros en advertirlo), que la televisión se encuentra en franca decadencia. Me sucede muchas veces, a la hora del almuerzo o de la cena, que en mi casa encendemos el televisor. Mi familia observa la pantalla, yo me mantengo ausente y prefiero concentrarme en la comida u hojear un diario mientras voy comiendo. Tal vez no parezca una actitud muy normal, pero no me hace mucha gracia sentarme a la mesa para que la tele me diga que fusilaron de cuatro balazos a un remisero o que violaron a una adolescente a la salida de un boliche. 

Para que se entienda: distensión no es sinónimo de estupidez. Se puede entretener sin subestimar al espectador. Se puede hacer un producto de calidad sin gastar demasiado. Hace falta creatividad, ingenio, esa "chispa" que hace rato no abunda en la TV argentina. En la actualidad, la mayoría de la gente que tiene posibilidades económicas de hacerlo se encuentra abonada al cable, porque la oferta de los canales de aire es tan pobre y mediocre, que nos hace acordar a los países centroamericanos. Lo peor de todo, es que me parece que estamos empezando a perder la identidad, el gusto argentino, esa preferencia tan nuestra por determinados programas y por determinados contenidos. Los reality shows y todas esas bazofias importadas cosechan rápida aceptación, entonces qué se puede esperar de una sociedad que vive con resabios de la década del '90 y una profunda incapacidad para pensar y decidir por sí misma. Punto final.

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