25 de diciembre de 2013

Una Navidad diferente

Calor que quema, intensa humedad, calor que mata. Con temperaturas que rozaron los 38 grados, se trata de la Navidad más bochornosa que recuerde. Mi amigo patagónico, que vino de visita, no lo podía creer: en Puerto Madryn disfrutaban de unos apacibles 25º C. La cuestión es que hoy, como era previsible, la mayoría de los comercios, por no decir todos cerraron sus puertas. Y  ni hablar de la administración pública, que se tomó varios días de asueto. En fin, siendo aproximadamente las 19 hs., logramos hallar unos bares en la 9 de Julio que comenzaban a abrir. Mi amigo estaba sofocado, no sólo por el calor sino porque me comentó que en la Nochebuena había comido demasiado. El hecho es que ingresamos al interior del bar por la cuestión del aire acondicionado. Pedimos dos cervezas negras Stella Artois, ideales para detenernos a conversar un largo rato. Luego me tomé un helado en Trápani y así transcurrió la tarde, porque como mencioné antes no se podía hacer prácticamente nada sin enjugarse el sudor de la frente. Y como yo transpiro demasiado, trato de beber abundante agua por temor a deshidratarme. 

Al menos para mí, debo decir que se trató de una Navidad totalmente atípica, no sólo por el clima (que influyó bastante), sino por el hecho de que esas temperaturas altísimas me obligaron a recluirme con el ventilador a más no poder hasta que comenzara a caer la tarde. Definitivamente, el verano no es para mí, a menos que tenga acceso a una pileta. Punto final.

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  Esta es la última nota que escribiré durante lo que resta de 2024, así que no abusaré de vuestra paciencia en la lectura.   En primer lu...