9 de abril de 2014

Sandro, el más grande


Estoy empezando a descubrir a artistas que antes detestaba, como Sandro. "El Gitano" fue, ni más ni menos, que el Elvis Presley argentino, y él mismo ha reconocido su influencia en muchas entrevistas. Por esas cosas del destino, ambos murieron reventados: Elvis en 1977 por un cóctel de pastillas y Sandro en 2010 por un paro cardíaco. Sandro supo, en su carrera, realizar una transición del rock a la balada romántica, protagonizó alrededor de 10 películas, tuvo su propio programa de televisión, recorrió todo el Continente hasta donde su salud se lo permitió, y luego se dedicó a vivir recluido en su casa de Banfield (una especie de "Graceland" de Elvis). Fue un grande, muy superior a Cacho Castaña o a otros que le disputan el podio. Fumaba demasiado, y por ello padecía una enfisema pulmonar. Con los años su salud se empezó a deteriorar, aunque siguió realizando shows con la ayuda de un tubo de oxígeno disimulado en el micrófono donde cantaba. Debo reconocer que las pocas películas que vi, me parecieron malísimas, pero quizás eran otras épocas, qué se yo. Sandro no es como Julio Iglesias que canta canciones pelotudas en 20 idiomas con el mismo tono monocorde y aburrido. Fue un artista único, y así lo supieron reconocer las generaciones que me precedieron. Punto final.

Antes de apagar la luz

Jueves por la tarde en la ciudad. Si me pagaran por escribir acá, seguramente el resultado sería más provechoso. O en todo caso, me exigiría...