26 de septiembre de 2015

Resistir en la trinchera

No podría vivir en otro lugar del mundo que no fuera la Argentina. Lo intenté allá por 2002, con una relación afectiva de por medio y algunos contactos, pero no pude. No pude adaptarme, o tal vez inconscientemente no quise hacerlo, porque sentía que estaba abandonando el compromiso de estar acá, en el país, en las buenas y en las malas. No descarto la posibilidad de emprender algún viaje de placer, me encantaría conocer Europa, pero no me radicaría en ningún sitio aunque me ofrecieran el mejor de los empleos. Y no me gustaría que esto se interprete como una suerte de nacionalismo o chauvinismo, porque no es así. Yo las cosas que no me gustan, que me duelen de este país, las digo acá mismo, siendo ciudadano argentino, cumpliendo con  mis obligaciones cívicas, y acogiéndome a las garantías constitucionales. Porque aún cuando hoy por hoy la libertad de prensa esté seriamente comprometida a pesar de los 32 años de democracia, dan ganas de seguirla peleando, y si tenés que denunciar a algún corrupto que realmente se lo merece, hacerlo. 

Aquel que es testigo de un hecho de corrupción y no lo denuncia a la Justicia, es cómplice o encubridor del mismo, pero...todo tiene su "pero". En nuestro país, te hacen la gran Nisman, y fuiste: aparecés muerto como un perro y toda la prensa amarillista se va a colgar de tu cadáver para sacar provecho. Porque en rigor de verdad, si nos ponemos a pensar cómo son las cosas, a casi  nadie ya le importa Alberto Nisman, si se mató, si lo mataron, porque los medios de comunicación sacaron el tema "de agenda". Irrumpió este verano, y duró unos cuandos meses hasta que los periodistas carroñeros encontraron algo mejor con qué entretenerse. Porque seamos sinceros, muchachos, existe algo que se llama "hecho de seguimiento": a la noticia de un crimen hay que seguirla hasta que se dicte sentencia definitiva y se esclarezca realmente qué fue lo que sucedió. Por eso me jode que una noticia tape a la otra. Y en eso sí, debo decir, otros países nos superan. Porque le dan y le dan, no aflojan, hasta que rueda la cabeza del culpable. Sin embargo, Argentina, te sigo queriendo, y no te cambiaría por nada del mundo. Mis huesos seguramente van a reposar aquí. Punto final.

A la vuelta de la esquina

  Mitad de semana en la ciudad. No sé qué les pasará a ustedes, pero yo ya no me preocupo tanto como antes respecto a situaciones que aparen...