Madrugada de viernes en Lobos. El diluvio del día anterior ha cesado luego de una tormenta feroz, con marcado descenso de la temperatura y mucho viento. Uno de los temas que más he abordado en este blog es el del paso del tiempo. Quizás se deba a mi incapacidad para comprenderlo o aceptarlo. No es el mero hecho de envejecer, sino ver que todo es más efímero y fugaz que antes. La televisión dominó los hogares del mundo durante casi 50 años, y recién ahora enfrenta una competencia seria con la computadora y los celulares smart. De ahora en más, será muy difícil pronosticar que un artefacto doméstico pueda reiventarse durante medio siglo sin volverse obsoleto. Hace unos días, observaba a unos adolescentes en la esquina de la Plaza 1810, escuchando reggeatón con esos parlantes que son furor, donde podés sincronizar la música de tu celu por Bluetooth o bien insertar un pendrive. Vale decir, que el modo de consumir música cambió radicalmente, quizás tengan algún CD que es de sus padres, pero ni deben saber cómo funciona y cómo se usaba. Y ni hablar de los LP y los cassettes, que ya son formatos casi de museo. Yo los veía y pensaba en 1994, por citar un año al azar, y cómo yo tenía que ahorrar guita para escuchar la música que quería. En parte, porque todavía existían las disquerías y el concepto de "comprar" una obra musical. Con el acceso masivo a Internet, se ampliaron las posibilidades para descargar discos o películas con un "clic" de distancia, y con una calidad de imagen y sonido similar a la que los más viejos supimos conseguir teniendo que pagar por ello.
Pero, volviendo al tiempo en sí mismo, me pasa que me miro al espejo y siento que mis rasgos van cambiando, que mi cabello se vuelve gris, que me aparecen manchas en la cara, los dientes ya no lucen tan blancos como antes... en fin, un estropicio, digamos. Sumado ello a mi sobrepreso, podrán imaginarse que estoy lejos de ser un objeto de deseo. Cuando ves a tus seres queridos envejecer, parece que fueran ellos los únicos que van siendo atravesados por las agujas del reloj. Pero el tiempo pasa para vos también, del mismo modo que las oportunidades que no tuviste el olfato para aprovechar. En líneas generales, creo que la vida siempre da revancha, y que todo lo vinculado a los afectos y a las relaciones interpersonales nunca se pierde del todo, siempre que haya voluntad de los actores involucrados en retomar el contacto. Por eso, creo que las oportunidades tan mentadas se repiten, pero camufladas de otra manera. Nunca se bebe dos veces del mismo río, pero eso sucede también porque cambiaste tu forma de pensar. Sin darte cuenta, jugaste a ser otro, pero con el mismo nombre. Punto final.
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