22 de diciembre de 2018

¿Podemos festejar en las "Fiestas"?

Este fue un sábado de mucho movimiento y actividad en Lobos, lo cual estuvo impulsado indudablemente por la proximidad de las Fiestas. Un alivio para los comercios y locales de distinta índole que pasaron buena parte del año vendiendo poco y nada. Por primera vez en varios meses, vi una cola considerable en la caja de un supermercado para comprar comestibles. Y cada vez se paga más con tarjeta, porque el efectivo no abunda, entonces la gente busca la manera de ir tirando mientras se pueda, aprovechando además los descuentos que ofrecen algunos bancos. 

La crisis nos ha obligado a modificar nuestros hábitos de consumo, lo que gastamos en esparcimiento, y en distintos rubros. Pero hemos aprendido a no realizar comprar compulsivas, a ir preguntando precios para así no tener que pagar de más por un mismo producto. Los medios ya empiezan a hablar del "riesgo país", igual que en 2001. Y si bien no hay punto de comparación, esto genera una psicosis colectiva. Todos los indicadores económicos cerrarán en baja, porque al no haber plata en el bolsillo, no hay forma de que se reactive el consumo. Con tasas de interés altísimas, hoy rinde más poner la guita en un plazo fijo que usar ese dinero para otros fines. Además, se encarece el acceso al crédito. ¿Quién está dispuesto a sacar un préstamo a una tasa de casi el 60 %? Todo lo que es electrónica, tuvo un retroceso del 40 %. Vale decir, lo que no es considerado prioritario, no merece la pena comprarlo. A veces me doy el gusto de tomar un café, porque sé que no me voy a poder ir de vacaciones y que por lo menos permanezco un rato en un bar fuera de mi casa y haciendo una pausa del trabajo. 

Lo que más pido, precisamente, es que siga teniendo trabajo el año que viene, que mis ingresos no se vean resentidos, porque yo tampoco vivo del aire y tengo gastos fijos como todo el mundo. Ya estoy en una edad en la cual debería pensar en ahorrar, pero en el contexto actual no lo veo viable, sólo espero que la plata me alcance para comprar lo que necesite: ropa, artículos de limpieza, higiene, y por supuesto, la comida. Es duro cuando uno estaba acostumbrado a un estilo de vida y tiene que renunciar a ello. Ojo, nunca nadé en la abundancia ni mucho menos, pero tuve épocas de mayor prosperidad. Pero quiero finalizar esta nota por donde empecé. Hoy salí por la mañana y por la tarde, y vi mucha gente en la calle, inclusive amigos y conocidos que hacía tiempo no nos cruzábamos. Y aunque sea una sidra o un pan dulce, algo vas a comprar. Esto también me hace reflexionar en que las "fiestas" no son las de 20 años atrás, si hay que hacer un regalo se busca que sea de buen gusto pero que no se descosa el bolsillo. Es un buen momento para dejar de pensar en Papá Noel, y transcurrir en paz la víspera de Navidad, despojado de toda connotación religiosa, comiendo lo que haya, sin vanidad, y procurando que la gente que nos rodea sea aquella cercana a nuestros afectos. Punto final.

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