Vamos transitando la mitad de semana, quemando los últimos cartuchos del año, y todo parece indicar que lo que resta de diciembre estará marcado por una constante de todo este ciclo: bolsillos flacos. Ya tenemos la índice de inflación más alto desde 1991, y está proyectado que para fin de año alcance el 46 % (siendo optimistas). Por otra parte, el dólar sigue en alza, en un contexto de profunda incertidumbre para ahorristas e inversores que evidentemente no encuentran en la coyuntura nada previsible o confiable. La volatilidad económica se llevó puesto el cierre de 25 grandes industrias en la Provincia, miles de puestos de trabajo, una retracción del consumo, y la falta de oportunidades para muchos jóvenes que aún no logran insertarse en el mercado laboral. En las redes sociales abundan las publicaciones de gente que se ofrece para cortar el pasto, cuidar niños o ancianos, o prestar distintos servicios. Ante la falta de respuesta del Estado, es comprensible que se busquen canales alternativos para llegar a quien pueda brindarte una changa o un trabajo transitorio.
En 2002, aquel año de abismo político, institucional y social, la inflación fue de 40,6 %. Haber superarado aquella marca resulta una obscenidad, un despropósito, y seguimos escuchando discursos mesiánicos de la "ola amarilla" diciendo que 2019 será mejor. Lo mismo dijeron en los tres años anteriores, y hay frases memorables, como aquella del "segundo semestre", que uno prefiere olvidar porque nos da vergüenza ajena. Me gustaría trazar un panorama más alentador, pero la rotunda evidencia de los hechos no me lo permite. O este Gobierno se decide a dar un golpe de timón (cosa que dudo se concrete), o de lo contrario no les será tarea sencilla conseguir la tan declamada reelección de Mauricio. Se va a presentar un escenario similar al de 2003: Macri competirá, casi seguramente, con CFK, y hasta existe la posibilidad de que pierda. Lo podrá salvar el balotaje si el rechazo a la ex Presidenta aún se mantiene en determinado sector del electorado. Es la ambición desmedida de poder, porque si se presentara Vidal como candidata a Presidente ganaría sin sobresaltos. Claro esta que, para que no haya mar de fondo, la Gobernadora se apresuró a declarar que no está dentro de sus aspiraciones. Mientras tanto, el PJ tradicional (es decir, todo lo que está fuera de Unidad Ciudadana), sigue sin brújula. A menos que consigan un candidato que mida bien en la sociedad, la suerte está echada. Punto final.
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