Cada mes que va pasando es un ciclo, o mejor dicho, una manera que elegimos para medir el paso del tiempo. A veces recurro al viejo adagio de "palabras necias, oídos sordos", porque no me interesa discutir con gente que se cree depositaria de la verdad absoluta. Respetar las opiniones del otro no significa que debas estar de acuerdo con ellas. Y yo no quiero que me pretendan convencer con argumentos sin sustento. Buena parte de mi vida cambió cuando entendí esto, cuando dejé de frecuentar determinados lugares donde no me sentía a gusto, cuando dejé de hacerme cargo de lo que el resto piense de mí.
La gente que opina sobre mi faz profesional o laboral tiene todo el derecho de hacerlo, y si consideran que soy idóneo (o no), corre por su cuenta. Cuando a mí me llamaron la semana pasada periodistas de Clarín y La Nación por el caso Paloma, yo no hice alarde de eso. Me parecía canallesco. No obstante, pensar que me tuvieron en cuenta como medio de información es gratificante y además les puse a disposición toda la cobertura que yo he hecho al respecto. Y esas cosas te ponen pilas, brindar información confiable que un medio grande quiera "levantar" (reproducir).
Pocos lo saben, pero yo estuve muy cerca, junto con un grupo de compañeros que estudiábamos periodismo en los '90, de acceder a una pasantía en La Nación. En aquel momento te pagaban 300 pesos/dólares en negro, es decir, sin cargas sociales. Así fue que los dos diarios más leídos se nutrieron del talento de muchos amigos y luego les pegaron una patada en el culo finalizado el período de la pasantía. Un porcentaje ínfimo logró permanecer y hacer carrera en esos medios.
Recuerdo con cariño a mis profesores de aquellos años, muy preparados para enseñar, que nos exigían bastante porque sabían que nosotros podíamos dar más, nos motivaban a mejorar, en tiempos donde apenas se hablaba de Internet en la Argentina y había que bucear en los archivos, o en la Biblioteca del Congreso. Iba siempre a esa biblioteca, que en esa época estaba en condiciones deplorables, no había nada digitalizado, sólo un montón de fichas ordenadas alfabéticamente que vos extraías para conseguir el libro que tanto buscabas.
Creo que haber tenido la suerte de recibir una formación integral, con materias como Legislación de Prensa, me permitió que el camino se allanara. Y que nunca recibiera una Carta Documento por injuriar o difamar a nadie. No estoy "mirándome el ombligo", sino dejándome llevar por la nostalgia de un pasado que me forjó para ser quien soy, con errores y aciertos. Hay quienes me verán todos los defectos existentes, y otros que rescaten la garra y el empeño que le trato de poner a cada proyecto que emprendo. Punto final.
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